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Por: Juan Calvino.

Este artículo forma parte de la serie: 365 días con Juan Calvino.

Y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor. Génesis 25:23 LECTURA ADICIONAL RECOMENDADA: Romanos 9:1-29

Hay un conflicto en el útero de Rebeca porque Dios decide dividir el linaje de Isaac -que parece tener idéntica condición- adoptando una parte en detrimento de la otra. Una parte obtiene el nombre y el privilegio de la Iglesia mientras que la otra recibe la consideración de extranjera. Lo sabemos porque, más adelante, los descendientes de Esaú serían apartados del cuerpo de la Iglesia, mientras que el pacto de gracia se concedió a la familia de Jacob.

Si buscamos la causa de esta elección de Dios, no la encontraremos en la naturaleza, ya que ambas naciones eran idénticas originalmente. Tampoco es cuestión de mérito, puesto que la contienda entre ambas naciones se inició cuando ambos fundadores estaban aún en el vientre de su madre. Con el propósito de humillar el orgullo de la carne, Dios optó por privar al ser humano de cualquier motivo para la jactancia o la confianza en sí mismo. Podía haber hecho a Jacob salir del útero materno en primer lugar, pero hizo que el otro, el que a la postre sería el hermano inferior, fuera el primogénito.

¿Por qué Dios invierte deliberadamente el orden que él mismo ha instituido? Es para enseñarnos que, con independencia de su dignidad, Jacob habría de ser el heredero de la bendición prometida. Fue elegido libremente. Dios antepuso a Jacob a su hermano Esaú y le convirtió en el padre de la Iglesia. Esto no se concedió a Jacob en recompensa por sus méritos, como tampoco lo obtuvo por sus esfuerzos personales. En lugar de eso, fue elegido por la pura y simple gracia de Dios. Sin embargo, cuando se habla de un pueblo entero no se hace referencia a la elección secreta, que se confirma a unos pocos, sino a la adopción común, cuyo alcance es tan grande como el de la predicación formal de la Palabra.

MEDITACIÓN: La elección del engañoso Jacob es una de las demostraciones más claras de la gracia soberana. No debería parecernos menos clara en el ejemplo de todo hombre, mujer y niño que acuda a la fe en Cristo. ¿Eres deudor de la gracia soberana?

*Juan Calvino (1509-1564) fue un reformador francés, pastor y teólogo, considerado entre los más grandes reformadores protestantes, lea más de su biografía en este enlace.

Tomado de «365 días con Juan Calvino«, lecturas seleccionadas y editadas por Joel Beeke, puedes adquirirlo en este enlace. 

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3 comentarios en «¿Por qué Dios amó a Jacob y aborreció a Esaú? – Juan Calvino.»

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