Por: A. W. Tozer
Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«
Cantad a Jehová cántico nuevo; cantad a Jehová, toda la tierra. Cantad a Jehová, bendecid su nombre; anunciad de día en día su salvación. SALMOS 96:1-2
Lo sublime no es solo para los oídos, también es para los ojos. Junto con los grandes poetas y músicos tenemos a los grandes artistas del mundo. El ojo puede reconocer la belleza, pero cuando el corazón no ve ni oye nada sino que solo siente, esa belleza es entonces la música del corazón.
Al visitar alguna ciudad grande, cuando tengo una tarde libre, disfruto visitando algún museo. Disfruto al ver las grandes obras maestras de artistas que recibieron su talento de Dios. En algunas pinturas hay un grado de lo sublime que me eleva, por lo que podría pasar muchísimo tiempo observándolas.
Pero con todo, a pesar de que todos podemos hacer lo mismo y disfrutarlo, podemos no estar adorando a Dios ni ser aceptados por Él. Hasta el pagano que rechaza a Cristo puede disfrutar lo sublime en la obra de los poetas, los músicos y los artistas, pero nunca llegará a adorar a Dios como Él desea que le adoremos.
Lo sublime en alguna gran pintura me eleva, pero hasta cierto punto. La Palabra de Dios puede elevarme mucho más allá, hasta la misma presencia de Dios.
Oh, que tuviera lenguas mil
Del Redentor cantar
La gloria de mi Dios y Rey,
Los triunfos de su amor.
CHARLES WESLEY (1707-1788)
Nuestro Padre celestial, dedico mi lengua solo a cantar tu alabanza cada día. Te pido que pueda elevar tu nombre ante la congregación. En el precioso nombre de Jessis, amén
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