Por: Matthew Henry*
«En tu mano están mis tiempos» | Salmo 31:15
“Creyendo firmemente que mis tiempos están en la mano de Dios, presento aquí mi persona y todos mis asuntos para el siguiente año, a la disposición sabia y amable de la divina providencia de Dios. Ya sea que Dios escoja para mi salud o enfermedad; paz o dificultad; comodidades o cruces; vida o muerte… ¡que Su santa voluntad sea hecha!
Todo mi tiempo, fortaleza y servicio, lo dedico al honor del Señor Jesús, e incluso mis acciones comunes. Es mi más sincera expectativa, esperanza y deseo, mi constante objetivo y esfuerzo: que Jesucristo sea magnificado en mí.
En todo lo que tengo que hacer, mi entera dependencia está en Jesucristo para la fortaleza. Y todo lo que hago en palabra o hecho, deseo hacerlo todo en Su nombre, para hacer de Él mi Alfa y Omega. Tengo todo de Él, y lo usaría todo para Él.
Y si este fuera mi año para morir, entonces mis tiempos están en la mano del Señor Jesús. Y con una humilde confianza de su mediación, me aventuraría en el mundo eterno en busca de la bendita esperanza. En el morir así como en el vivir: Jesucristo, confío yo, será una ganancia y una ventaja para mí.
Oh, que la gracia de Dios pueda ser suficiente para mí, para mantenerme siempre un humilde sentido de mi propia indignidad, debilidad, insensatez y enfermedad, junto con una humilde dependencia del Señor Jesucristo, tanto para la rectitud como para la fortaleza.”
— Matthew Henry (1662-1714), “Una Oración para el Año Nuevo”. Foto de Pablo Heimplatz en Unsplash
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