Por: Paul Washer
Posiblemente, la verdad más aterradora acerca del infierno es que es eterno. Todos los que pasan a través de sus puertas están sin esperanza de redención o restauración futura. Están condenados para siempre. Esta verdad es probablemente la más repulsiva para aquellos que rechazan la doctrina bíblica del infierno. ¿Cómo puede ser justo el castigo eterno? ¿El castigo no es mucho mayor al crimen?
Cuando pensamos acerca de la naturaleza eterna del infierno, debemos considerar dos verdades. Primero, debemos tomar en cuenta la aborrecible naturaleza del pecado. El pecado que se comete en contra de un Dios infinitamente digno merece castigo eterno. Segundo, debemos darnos cuenta de que el castigo del infierno es eterno porque el impío continúa en su rebelión sin arrepentirse durante toda la eternidad. No debemos asumir que el impío se arrepentirá en el día del juicio o incluso después de una corta estancia en el infierno. ¡Más bien, su odio hacia Dios, la dureza de su corazón y su desvergonzada rebelión continuarán a lo largo de la eternidad! La rebelión eterna demanda castigo eterno.
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