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Por: Tim Challies.

En un reciente viaje a Roma, Italia, participé en un evento de “Ask Me Anything” [Pregúntame cualquier cosa] que estaba centrado en el asunto de la productividad. Una pregunta que me hicieron estaba relacionada con el éxito al compartir el evangelio, y si somos juzgados con base en nuestra fidelidad al hacerlo. Aquí va mi respuesta.

¿Somos juzgados en base a nuestra productividad al compartir el evangelio?

Debemos tener cuidado de no tratar a la productividad como si fuera sólo una lista de cosas que debemos lograr. Cuando pensamos en la productividad, normalmente se nos viene a la mente una lista de tareas. Pero las personas no son tareas que realizar. Son personas creadas a la imagen de Dios. Y por eso, nuestro trabajo no es lograr la salvación en alguien. Y tampoco es decir, “Bueno, compartí el evangelio”, y entonces puedo marcar la actividad como cumplida. Más bien, es vivir en este mundo de la manera en que Dios me llama a hacerlo. Y eso implica construir relaciones deliberadamente con las personas. Y luego, usar esas relaciones como un puente para compartirles el evangelio. Y mientras lo hacemos, confiamos en que Dios comenzará a obrar en ellos.

Pero creemos en un Dios soberano que a menudo usa muchos medios diferentes para traer a las personas a la salvación. Hay muy pocas personas que llegan a la fe por medio de una sola conversación o una persona. Normalmente, cuando miramos hacia atrás en nuestras vidas, podemos ver todas esas cosas diferentes que Dios ha usado para traernos a la fe. Y lo máximo que podemos hacer es ser una pequeña pieza en ello.

Por eso, me gusta decir que en vez de compartir el evangelio, busco tener conversaciones espirituales; con eso quiero decir que cuando interactúo con alguien, sea un extraño o con un amigo, busco plantear algo que los dejará pensando en las cosas espirituales. Esto puede indicar que pueda compartirles todo el evangelio o solo puede indicar que tenga que hablarles de la gracia en vez de las obras.

Pero solo sabemos que de las maneras en que Dios obra, muy pocos de nosotros tenemos el privilegio de llevar a alguien de principio a fin. Por tanto, nuestra fidelidad consiste en crear y aprovechar las oportunidades para compartir trozos de verdades con las personas y confiar en que Dios obrará de esa manera.

A modo de ilustración, Greg Koukl habla de sacar una piedrecita del zapato. Y tú sabes lo que es caminar con una piedrecita en el zapato pues la sientes a cada paso. Y él dice que el objetivo de cualquiera de tus conversaciones con un incrédulo es la de colocarles una piedrecita en sus zapatos. Algo en lo que se queden pensando, algo que les quede dando vueltas en su conciencia. Y nosotros solo hemos de confiar en que Dios obrará y que tal vez algún día, Dios nos mostrará cómo usó todas estas cosas.

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