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Por: John Flavel*

Este artículo forma parte de la serie «Meditaciones puritanas»

Juan 6:27: Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.

Jesucristo no tomó Él mismo la obra de nuestra redención, sino que fue solemnemente señalado para ella por Dios Padre. Cuando digo que no la tomó Él mismo, no quiero decir que no quisiera realizarla, ya que su corazón estaba tan involucrado en esta obra como el del Padre (ver Salmos 40:7-8). Lo que quiero decir es que Él no vino sin un debido llamamiento y plena comisión del Padre (Juan 8:42).

De acuerdo a estas credenciales señaladas, Cristo fue enviado por la autoridad del Padre. Fue señalado como mediador por nosotros para recuperar y salvar todos los que el Padre le había dado (Juan 17:2). Ya que esto se hacía por la comisión y autoridad del Padre, es algo que motiva al creyente a tener seguridad y paz.

Cristo estaba eminentemente cualificado y era adecuado para llevar a cabo el plan del Padre para restaurarnos. Él es fiel como ningún otro (Apocalipsis 1:5). En cuanto a celo, no hay nadie como Él (Juan 2:16-17). Estaba tan centrado en la obra del Padre que no tenía hambre (Juan 4:32). Sí, el amor a su Padre le llevaba a través de todo su trabajo, y hacía que se deleitara en las partes más duras de su servicio.

En cuanto a abnegación, nunca hubo nadie como Él. No buscaba su propia gloria, sino la de Aquel que le envió (Juan 8:50).¡El Señor le llenó con el Espíritu sin medida! (Juan 3:34). Los creyentes aman al Padre porque Él fue la fuente de su redención, y todos los hombres están obligados a dar la misma gloria y honra al Padre y al Hijo (Juan 5:23). Esto nos llama a admirar la gracia y el amor tanto del Padre como del Hijo. El Padre señaló la comisión de la muerte del Hijo por nosotros en lugar de una sentencia para nuestra condenación, y no hemos de maravillarnos menos en el amor de Cristo, que aceptó una comisión como esta por nosotros, entendiendo plenamente los contenidos de la misma.

Por tanto, amad al Señor Jesús, todos vosotros santos. Tened consuelo porque el Padre señaló a Cristo por vosotros. ¡El Padre cumplirá todo lo que prometió!

*John Flavel (c.1627-1691) fue un ministro y autor presbiteriano puritano inglés.


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