Por: J.C. Ryle
Los verdaderos cristianos nunca deberían angustiarse por la persecución de otros hombres. Puede que ellos sean débiles y que sus enemigos sean fuertes, pero aun así no deberían tener miedo. Tendrían
que recordar que “la alegría de los malos es breve” (Job 20:5). ¿Qué fue de los faraones, de los Nerones y Dioclecianos que una vez persiguieron ferozmente al pueblo de Dios?
¿Dónde está la enemistad de Carlos IX de Francia, y la de “María la Sanguinaria” de Inglaterra? Se esforzaron cuanto pudieron por derruir la Verdad hasta el polvo. Pero la Verdad se levantó del polvo una vez más y hoy continúa viva, mientras que ellos están muertos y pudriéndose en la tumba. Que no decaiga el corazón de ningún creyente.
La muerte es una poderosa igualadora, y puede eliminar cualquier montaña que se ponga en el camino de la Iglesia de Cristo. “El Señor vive” para siempre. Sus enemigos son meramente hombres. La Verdad prevalecerá siempre.
Tomado de Meditaciones sobre los Evangelios «Mateo». Foto de Portada Dylan Gillis en Unsplash
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