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Por: A. W. Tozer.

Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«

Mateo 22:21; Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.

Hemos de tener siempre algo en mente: Los cristianos somos primeramente cristianos, y todo lo demás va detrás. Nuestra lealtad principal es al reino de Dios. Nuestra ciudadanía está en los cielos. Estamos agradecidos por la libertad política. Damos gracias a Dios por la democracia como forma de vida. Pero nunca olvidamos que somos hijos de Dios y ciudadanos de otra ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios. Es por este motivo que no hemos de identificar al evangelio con ningún sistema político o convertir al cristianismo en sinónimo de ninguna forma de gobierno por muy noble que sea.

Cristo permanece fuera y por encima de cualquier ideología elaborada por el hombre. No se une a ninguno de nuestros partidos políticos o se pone del lado de ninguno de nuestros grandes hombres excepto si ellos se ponen de Su lado y tratan de seguirle en justicia y verdadera santidad. Entonces Él si está para ellos, pero solo como individuos, nunca como líderes de alguna facción política. El verdadero cristiano será leal a su país y obediente a los que están en autoridad, pero nunca caerá en el error de confundir su propia cultura nacional con el cristianismo. El cristianismo es mayor que cualquier país, más elevado que cualquier civilización, más amplio que cualquier ideología humana.

Señor, tu reino incluye seguidores de Cristo de diferentes grupos étnicos, clases sociales o convicciones políticas. Oh, Dios, ayúdame a aceptar la diversidad mientras me regocijo en familia. Por amor a Jesús.

Foto de Portada Saj Shafique en Unsplash



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