Por: A. W. Tozer.
Este artículo forma parte de la serie «Mi búsqueda diaria«
Hoy la predicación es en gran medida barata, frívola, gruesa, superficial y entretenida. En las iglesias evangélicas pensamos que debemos entretener a la gente para que no se vaya. Hemos perdido la seriedad de nuestra predicación y se ha vuelto tonta. Hemos perdido la solemnidad y se ha vuelto carente de temor, hemos perdido la elevación y se ha vuelto gruesa y superficial. Hemos perdido la sustancia y se ha vuelto entretenimiento. Es algo trágico y terrible.
Compare el material de lectura cristiano y verá que estamos en gran medida en la misma situación. Los alemanes, escoceses, irlandeses, galeses, ingleses, estadounidenses y canadienses tienen una común herencia protestante. Y ¿qué leían esos antepasados protestantes suyos y míos? Bueno, ellos leían The Rise and Progress of Religion in the Soul (El surgimiento y progreso de la religión en el alma) de Doddrige. Leían Holy Living and Dying (Vivir y morir santamente) de Taylor. Leían El progreso del peregrino y Holy War (Guerra santa), de Bunyan. Leían El paraíso perdido, de Milton. Leían los sermones de John Flavel.
Y hoy me sonroja el forraje religioso que está siendo puesto en manos de nuestros hijos. Hubo un día en que ellos saltaban mientras el fuego crepitaba en el corazón y escuchaban a un serio, pero bondadoso viejo abuelo leer El progreso del peregrino, y el joven canadiense y el joven estadounidense crecieron sabiendo todo acerca del Sr. Doble Cara y todo el resto de esa pandilla. Y ahora leemos basura barata que debería ser paleada afuera y deshecha.
Después pienso en las canciones que se cantan ahora en tantos lugares. ¡Ah, la lista de los dulces cantores! Ahí está Watts, quien escribió “Oh God, Our Help in Ages Past” (¡Oh Dios, nuestro auxilio en épocas pasadas!), y Zindendorf, quien escribió muchos himnos tan grandes. Y luego está Wesley, que escribió tantos. Estaba Newton y estaba Cooper, que escribió “There Was a Fountain Filled with Blood” (Hay una fuente llena de sangre), y Montgomery y los dos Bernardos (Bernardo de Cluny y Bernardo de Clairvaux). Estaban Paul Gerhardt y Tersteegen, estaban Lutero y Nelly, Addison y Toplady Senic y Doddrige, Tate y Brady y el Scottish Psalter (El salterio escocés). Y había una compañía de otros que no eran tan grandes como esas grandes estrellas, pero que tomados juntos hacen una Vía Láctea que circundó el cielo protestante.
Tengo un himnario metodista que se publicó hace 111 años y en él encontré cuarenta y nueve himnos sobre los atributos de Dios. He oído decir que no hay que cantar himnos con tanta teología porque ahora la gente tiene una mentalidad diferente. Ahora pensamos de modo diferente. ¿Sabía usted que esos himnos metodistas eran cantados en su mayoría por gente sin educación?
Eran agricultores y pastores de ovejas y criadores de ganado, mineros del carbón y herreros, carpinteros y recolectores de algodón: gente sencilla de todo este continente. Ellos cantaban esas canciones. Hay más de 1100 himnos en ese himnario que tengo y ninguno de ellos es de baja calidad.
No quiero ni hablar de la terrible basura que cantamos hoy en día. Hay un corito que se canta con la melodía de “There’ll be a hot time in the old town tonight”, que dice algo como esto:
Uno, dos, tres, el diablo está detrás de mí.
Cuatro, cinco, seis, y me tira ladrillazos,
Siete, ocho, nueve, pero jamás me pega,
Aleluya, Amén.
¡Eso cantan ahora los amados santos de Dios! Nuestros padres cantaban: “Oh, Dios, nuestra ayuda en tiempos pasados”, y nosotros cantamos basura.
Este descenso trágico y aterrador en el estado espiritual de las iglesias se ha producido como resultado de nuestro olvido de qué clase de Dios es Dios.
Fuente: Los atributos de Dios volumen dos con guía de estudio por A. W. Tozer Publicado por Casa Creación

[…] LE PUEDE INTERESAR → El estado de la iglesia actual – A. W. Tozer. […]