Por: Pamela L. Mcquade
Este artículo forma parte de la serie: «Las 100 principales mujeres de la Biblia«
Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb.
Su esposa, Abigaíl, era una mujer bella e inteligente;
Nabal, por el contrario,
era insolente y de mala conducta.
1 Samuel 25:3
Aquí está una de las parejas más dispares de la Biblia. Ya que era la costumbre de la época concertar los matrimonios, Abigaíl probablemente se había casado con Nabal por su riqueza, no por ninguna afinidad de los corazones. Mientras que ella era una mujer fiel e inteligente, él no solo se llamaba “Necio” (el significado de Nabal), sino que sus actos mostraban que lo era.
Aunque las mujeres de aquella época generalmente tenían mucho menos respeto y autoridad que los hombres, la Biblia habla muy bien de Abigaíl, a la vez que sólo habla de la insolencia y la mala conducta de su esposo. Los dos eran, sin duda, espiritualmente incompatibles. Mientras que Abigaíl tenía fe, su esposo no tenía tiempo para Dios; sin duda, sus actitudes y sus actos no eran los de un creyente fiel. A pesar de eso, aunque la suya no podía haber sido una relación fácil, el resentimiento no aplastó el espíritu de Abigaíl. Por el contrario, ella utilizó sus muchos talentos y virtudes personales para aportar lo mejor a su hogar.
En la época festiva del esquile de las ovejas, el insolente y codicioso Nabal ofendió al rey David intencionadamente. Reconociendo el peligro, uno de los sirvientes del rico propietario supo a quién acudir: le informó de la situación a la sabia esposa de Nabal. Inmediatamente, Abigaíl entendió la necedad de rechazar una educada petición de apoyo por parte del desplazado David. Aunque el recién ungido rey estaba luchando contra Saúl por el trono, sus guerreros habían protegido los campos de Nabal y claramente se merecían alguna recompensa. Alimento para su grupo de hombres no parecía una petición irrazonable. Nabal tenía mucho, y la costumbre común de la época habría demandado que él compartiese con aquellos que le habían protegido a él y a su casa de sufrir daño.
En lugar de desperdiciar tiempo discutiendo con su esposo, Abigaíl preparó alimentos para los hombres de David y partió para acudir ante su líder para establecer la paz. Ella se montó sin dilación en su burro. De camino al campamento de David, se encontró con el guerrero-rey y sus hombres, que iban en dirección a ella con la intención de ejercer castigo.
Abigaíl sabía que la actitud de su esposo había puesto en riesgo todo lo que tenía y la había situado a ella en una difícil posición; sin embargo, su dependencia no estaba en su cónyuge, sino en Dios. Entendiendo que David estaba haciendo la obra de dios y requería su apoyo, ella se lo dio. Esa sencilla intervención y sus humildes palabras y actitud delante del ungido de Israel y a la vez rey fugitivo evitaron un derramamiento de sangre innecesario.
David inmediatamente agradeció la fe y las buenas cualidades de Abigaíl, y alabó a dios por su rápida intervención.
Si Nabal no sabía cómo reconocer el valor de su esposa, el rey sí sabía. Él apartó su ira debido a la generosa respuesta de esta mujer.
Mientras Abigaíl llevaba a cabo un plan de paz, su esposo estaba de fiesta. Ella regresó y lo encontró borracho, así que fue el día siguiente cuando le explicó cómo había pasado ella el día. Al oír lo que su esposa había hecho, el bruto Nabal literalmente tuvo un arranque de ira; quizá experimentando un derrame cerebral. Unos días después, murió.
David vio la muerte de Nabal como la justicia de Dios, y de inmediato pidió la mano de Abigaíl en matrimonio. En un momento, la fiel Abigaíl pasó de ser la esposa de un necio a ser la novia de un rey.
En Abigaíl vemos muchos ejemplos de fidelidad. Cuando las relaciones difíciles se convierten en parte de nuestras vidas, podemos seguir el ejemplo de ella. ¿Abrumarán nuestra fe, la amargura y el resentimiento? ¿O, al igual que ella, podemos confiar en que Dios hará uso incluso de nuestras situaciones más difíciles? ¿Hacemos el bien que nos sale al encuentro, sabiendo que la sabiduría de Dios traerá beneficios para nosotros y para otros?
Aunque estaba emparejada a un cónyuge inconverso, Abigaíl permaneció fiel a su Señor. Al igual que ella, ¿Nos resistimos a permitir que relaciones insatisfactorias nos detengan en nuestra fe y sigamos confiando en nuestro Dios?, la humildad vestía la fuerza de Abigaíl. Sin ser una mujer radical y enojada, ella preparó el camino para que todas las mujeres de fortaleza caminen humildemente delante de su Dios y establezcan paz en las relaciones rotas.
Solamente Dios trae tranquilidad a vidas quebrantadas. Abigaíl experimentó eso, y nosotras también podemos hacerlo. Y, al igual que Abigaíl, puede que descubramos que cuando hemos pasado por los problemas, Dios nos da una vida mejor de la que nunca esperábamos.
De Las 100 principales mujeres de la Biblia”, publicado por casa Promesa. Usado con permiso. La foto de portada es referencial
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