Por: John Piper
Transcripción del audio del podcast «Ask Pastor John«
Pregunta: ¿Por qué continuamos confesando nuestros pecados cuando ya han sido pagados por Cristo? Un oyente del podcast llamado Andy realiza esta excelente pregunta, que representa la de muchos otros oyentes. Así es como lo expresó Andy: «¡Hola Pastor John! ¿Puede ayudarme a entender la obra de Jesús, por la cual todos nuestros pecados (pasados, presentes y futuros) fueron perdonados, y aun así, se nos llama a continuar confesando? Pienso de manera específica en la afirmación «consumado es» en Juan 19:30, y en la maravillosa realidad de que Cristo «perdonó todos nuestros pecados» y «anuló el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz» Colosenses 2:13-14. Sin embargo, luego se nos llama a una confesión constante en 1 Juan 1:9. ¿Cómo explica estas verdades?
Respuesta: Me encanta la pregunta porque me da ocasión de alegrarme contigo y con nuestros oyentes en la grandeza, hermosura, preciosidad y maravilla sin límites de lo que Jesús hizo en la cruz, de aquello que logró una vez para siempre cuando murió y resucitó por sus ovejas. Y digo «por sus ovejas» porque Jesús dice en Juan 10:15: «pongo mi vida por mis ovejas».
En otras palabras, en la muerte de Jesús, Dios tiene una intención o propósito especial y particular por redimir y crear un rebaño para sí mismo, incluyendo la obtención de nuestra fe, de nuestra unión con Cristo, de nuestro perdón por todos los pecados (pasados, presentes y futuros) y de nuestra posición eterna con Dios como hijos adoptados y nuevas criaturas en Cristo. Jesús obtiene esto una vez y para siempre. Esa era la intención de Dios, y es lo que logró cuando Cristo murió y tomo el lugar de su rebaño pecador, de sus ovejas.
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Pagada por completo
Andy puede ver esta gloria; la ve y creo que se alegra en ella conmigo. La ve en Juan 19:30 «Consumado es». También la ve en Colosenses 2:13-14: «[Dios] os dio vida juntamente con él [Cristo], perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz». Seguramente estos son unos de los versículos más asombrosos en toda la Biblia para describir lo que sucedió con nuestra deuda, una deuda que nunca podríamos pagar: fue anulada, clavada en la cruz. Y a esto podemos añadir lo que Andy ha visto y señalado:
- Hebreos 7:27: «[Cristo] no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes [del Antiguo Testamento], de ofrecer primero sacrificios [diariamente]… porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo».
- Hebreos 9:26: «se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado»
- Hebreos 10:14: «porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados»
El libro de Hebreos es muy bueno en esto. Hay un «una vez para siempre» que no se repite. No se repite en la historia, no se repite en la misa católica romana un domingo tras otro, no se repite en ningún tipo de representación religiosa protestante que podamos intentar, ni en el bautismo ni en ninguna otra cosa. Una vez para siempre: está hecho, finalizado, completo, la deuda ha sido pagada plenamente, no se le puede añadir nada ni mejorarla. Ese es el fundamento de gloria de lo que logró Cristo cuando murió por nosotros en la cruz.
Así que la pregunta de Andy es esta: «Bueno, si la muerte de Cristo logró el perdón de todos los pecados del pueblo de Dios al completo para siempre, ¿qué es lo que quiere decir 1 Juan 1:9 cuando dice ‘Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad’? o el versículo 7: «si andamos en luz, como él está en luz, … la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado». Es decir, Colosenses 2:13 y los pasajes que vimos en Hebreos dicen que ya se logró nuestro perdón, que se completó en la muerte de Cristo. Pero 1 Juan 1:9 y 1:7 parecen decir que nuestro perdón y nuestra limpieza dependen de nuestra confesión de esos pecados y de que caminemos en la luz.
Ese es el problema que Andy plantea. Bien, así es como yo resolvería la tensión de forma bíblica. Hay dos pasos para esto.
Cualquiera que venga
Hemos de distinguir, por una parte, entre la obtención de nuestro perdón y el asegurarlo permanentemente, que es algo que se logró una vez para siempre al morir Jesús, y la posesión personal y disfrute de ese beneficio. Esto es algo que viene por fe. Al morir Jesús, nuestros pecados son anulados, clavados en la cruz, la deuda está pagada por completo. El aseguramiento y el pago se han llevado a cabo una vez para siempre, nunca se repetirá, es algo permanente e infalible para todo el pueblo de Dios cuando Cristo murió.
Pero la recepción personal, la posesión y el disfrute de ese logro, de esa redención, de ese perdón asegurado, solo llega al pueblo de Dios mediante la fe en Cristo. Llega por la unión con Cristo por medio de la fe. Digo esto por textos como Hechos 10:43 «todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre». Lo que quiero decir es que está claro: Todo el que cree recibe el perdón de pecados. Y Romanos 3:28 dice «Concluimos que el hombre es justificado por fe». Por tanto, somos justificados, incluyendo el perdón de pecados y una posición justa delante de Dios, por fe.
Y el motivo por el que no hay conflicto ni tensión entre la absoluta certeza del perdón logrado en el momento de la muerte de Cristo y el hecho de que este perdón es contingente o depende de que el pueblo de Dios venga a la fe en Cristo, la razón de que no exista conflicto ni riesgo de que nadie se pierda habiendo muerto por ellos, es que Dios se asegura en su soberanía de que todos aquellos por los que se pagó la deuda completamente, vengan, de hecho, a la fe. No se deja fuera a nadie. A los que antes conoció, predestinó, a los que predestinó, llamó, a los que llamó justificó, y a los que justificó, glorificó (Romanos 8:29-30). Dios se asegura de ello. Este es el primer paso para resolver la tensión entre Colosenses 2:13 y 1 Juan 1:9.
Confesar y mortificar
Este es el segundo. La Biblia enseña que existen rasgos del pueblo de Dios que muestran que son, de hecho, el pueblo de Dios y que de verdad pertenecen a Cristo. Estos rasgos dejan ver que de verdad son nacidos de nuevo y están realmente unidos con Jesús. Mediante estos rasgos sabemos que nuestros pecados fueron completamente perdonados y que nuestro perdón está completamente asegurado por la muerte de Jesús.
Y uno de esos rasgos es el cómo tratamos con los pecados que continúan existiendo en nuestras vidas. El problema que complica todo es este: Los cristianos pecan. Juan estaba tratando este tema en 1 Juan 1:8 «Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos». Así que la pregunta es: «Bueno, si de verdad eres un hijo de Dios, y si de verdad tus pecados han sido perdonados, cubiertos y anulados completamente, ¿cómo te sentirías? ¿Cuáles serían tus pensamientos y tus acciones en vista de que sigues pecando? ¿Qué característica te definiría?» Y para esto tenemos dos respuestas bíblicas.
Colosenses 3:3 «Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios». Esto describe una salvación maravillosa y completa. Ya estamos en casa. Luego viene Colosenses 3:5 «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos». Por tanto, uno de los rasgos de aquellos cuyos pecados han sido perdonados es que luchamos contra nuestros pecados. Esa es la marca de aquellos cuyos pecados han sido perdonados: luchamos contra nuestros pecados. Los mortificamos. Pero no podemos hacer esto si no admitimos (es decir, confesamos) que tenemos pecados.
El segundo rasgo es la confesión (1 Juan 1:9). Has de confesar tus pecados para poder luchar contra ellos. Si no piensas que tienes pecados, si no los confiesas y dices: «Sí, he pecado y lo siento», no pelearás. «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados».
Por tanto, confesar nuestros pecados es estar de acuerdo con Dios en que los tenemos, y que hemos de pelear contra ellos y mortificarlos. Si no confesamos esta verdad, como Juan dice, estaremos viviendo en una ilusión. Estaremos mintiendo, estaremos engañados y diciendo que Dios es un engañador, y no seremos salvos. Si creemos que no tenemos pecados y que no es necesario hacerlos morir, estamos viviendo en una ilusión, no en la salvación. Confesar nuestros pecados no es la base de nuestro perdón; es una de las características que muestra que estamos verdaderamente en Cristo, en quien todos nuestros pecados están cubiertos por su sangre.
-Traducido de la respuesta de John Piper en «Ask Pastor John» del original inglés en https://www.desiringgod.org/interviews/why-do-we-confess-if-our-sins-are-already-forgiven