Por: J. C. Ryle
Juan 1:1-5: 1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2 Este era en el principio con Dios. 3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
El Evangelio de Juan, que comienza con estos versículos, es en muchos aspectos distinto de los otros tres Evangelios. Pero es suficiente recordar que Mateo, Marcos, Lucas y Juan escribieron bajo la inspiración directa de Dios. En el plan general de sus Evangelios respectivos, y en los detalles particulares, en cada cosa que registraron y que no registraron, los cuatro fueron guiados completamente por el Espíritu Santo.
En cuanto a los asuntos para que Juan fue especialmente inspirado a escribir en su Evangelio, bastará con una aclaración general: Las cosas particulares de su evangelio están entre las posesiones más preciosas de la iglesia de Cristo. Ninguno de los otros cuatro evangelistas nos ha dado afirmaciones tan completas acerca de la divinidad de Cristo, acerca de la justificación por fe, acerca de los oficios de Cristo, acerca de la obra del Espíritu Santo, y acerca de los privilegios de los creyentes como podemos leerlo en las páginas de Juan.
Los cinco versículos que tenemos ahora ante nosotros contienen una afirmación de la majestuosidad sin igual de la naturaleza divina de nuestro Señor Jesucristo. Más allá de toda duda, es a Él a quien se refiere Juan cuando habla de «el Verbo». Sin duda, existen alturas y profundidades en esta afirmación que están más allá del entendimiento humano. Y, aun así, existen lecciones muy claras que todo cristiano haría bien en atesorar en su mente.
Nuestro Señor Jesucristo es eterno. San Juan nos dice «En el principio era el Verbo». Él no comenzó a existir cuando se crearon los cielos y la tierra. Mucho menos comenzó a existir cuando el Evangelio fue traído al mundo. Él tenía gloria con el Padre «antes que el mundo fuese» (Juan 17:5). Él existía cuando la materia fue creada y antes de que comenzara el tiempo. Él es «antes de todas las cosas» (Colosenses 1:17). Él era desde la eternidad.