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Objetos que Israel y especialmente el sumo sacerdote utilizaban para determinar la voluntad de Dios. Poco se sabe de ellos. En Éxodo se menciona que el sumo sacerdote los guardaba en el “pectoral del juicio” (Ex. 28:15-30). Más tarde, Moisés le encomendó el cuidado a la tribu de Leví (Deut. 33:8).

Después de la muerte de Moisés y Aarón, Eleazar debió transportar y utilizar las suertes para consultar al Señor (Núm. 27:18-23).

Aparentemente eran dos objetos que servían como suertes sagradas. Es decir, eran “echadas” para determinar la voluntad de Dios o recibir una respuesta divina. Por ejemplo, Saúl recurrió a ellas para determinar quién había faltado a un juramento realizado antes de una batalla contra los filisteos (1 Sam. 14:41-25). El texto también da cierta indicación de cómo se utilizaban los objetos. Eran “echados”, quizás extrayéndolos de una bolsa o sacudiéndolos. Un objeto (o suerte) daba una respuesta. El otro daba otra.

Probablemente, la “suerte” que salía primero se consideraba la respuesta de Dios. Sin embargo, el Urim y Tumim no eran automáticos ni mecánicos. Dios podía negarse a responder. Saúl buscó el espíritu de Samuel mediante una bruja porque Dios no quiso contestarle ni por el Urim, ni por los sueños ni por los
profetas (1 Sam. 28:6-25).

Se desconoce el destino final del Urim y Tumim. En la época de Nehemías continuaba la expectativa de que algún día se levantara un sacerdote con Urim y Tumim (Esd. 2:63; Neh. 7:65). No obstante, esto tal vez se refiera a la capacidad para recibir una respuesta del Señor y no a un retorno a las “suertes” entregadas a Aarón.

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