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Por: John MacArthur

Este artículo forma parte de la serie de devocionales «Fortaleza para hoy»

«Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados». EFESIOS 4:1

No hay vida correcta sin principios correctos.

Imagínese a alguien que dice: «Tengo algo de dinero extra. Creo que le daré un buen cheque al gobierno». Absurdo, ¿no le parece? Sin embargo, cada año, los asalariados honrados llenan sus formularios y entregan parte de sus ingresos al gobierno, los impuestos. No es porque sean generosos, sino porque existe una ley, una doctrina, que dice que tienen que hacerlo.

A menos que las personas sepan la razón de lo que deben hacer, es poco probable que se comprometan a hacerlo.

Pablo lo entendió, por eso siempre enseñó doctrina y luego deber. El vocablo «pues» —en Efesios 4:1— relaciona la doctrina en los capítulos 1 al 3 con el deber en los capítulos 4 al 6. Doctrina y deber están inseparablemente unidos; el deber siempre fluye de la doctrina. La vida correcta se basa en principios correctos.

El apóstol Pablo le dijo a la iglesia colosense: «No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual» (1:9). ¿Con qué propósito? «Para que andéis como es digno del Señor» (v. 10). El conocimiento espiritual, la sabiduría y el entendimiento constituyen el camino de un andar digno.

Cuando los pastores enseñan el deber sin enseñar doctrina, debilitan la Palabra de Dios porque con ello eliminan el motivo. Pueden despertar emociones, pero eso no implica un compromiso a largo plazo. La responsabilidad del pastor es enseñar la verdad de Dios y la responsabilidad del oyente es obedecerla.

Por supuesto, la fuente de la verdad de Dios es su Palabra: «Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Timoteo 3:16-17). Conocer bien la Biblia y obedecerla es el medio que nos capacita para una vida recta.

Al pensar en nuestro digno caminar, evitemos el emocionalismo y el legalismo; en lugar de ello, enfoquémonos en vivir lo que aprendemos de un estudio minucioso y personal de la Palabra de Dios.
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Sugerencias para la oración: Si ha descuidado el estudio de la Biblia, confiéselo a Dios y pídale que le dé un mayor deseo por aprender su Palabra.

Para un estudio más profundo: Lea Efesios 1 al 3 y enumere todo lo que somos o tenemos en Cristo. Consciente de lo que Dios le ha dado, ¿puede hacer algo menos que comprometerse completamente con Él?


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