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Por: David Barceló.

Hablar del matrimonio no es fácil, especialmente en nuestros días. Si hablásemos sobre un tema poco común, con pocos expertos, sería bastante más sencillo; por ejemplo: el cultivo de los tulipanes o la reparación de helicópteros. Puede que al tratar un tema así la gente callara y escuchara pacientemente. Pero al tratarse un tema como el matrimonio, salen expertos de debajo de las piedras. Todos tienen algo que decir. Incluso el vecino del quinto piso se atreve a musitar unas palabras bien intencionadas sobre cómo ser feliz atado a otra persona durante el resto de tu vida, más o menos. Todo el mundo tiene su propia opinión, su filosofía de cómo hacer las cosas, su forma de arreglar los problemas… Algunos abiertamente hacen broma del tema:

“Cuando una pareja de recién casados sonríe, todo el mundo sabe por qué. Cuando una pareja de diez años de casados sonríe, todo el mundo se pregunta por qué”, Anónimo

“Cuando un hombre le abre la puerta del coche a su esposa, usted puede estar seguro de una cosa: o el coche es nuevo, o la esposa es nueva”, Anónimo

“Unos se casan por la iglesia, otros por idiotas”, Woody Allen

“El matrimonio es la principal causa de divorcio”, Groucho Marx

Otros ofrecen una visión más optimista del asunto, y mucho más bondadosa:

“En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio”, Robert Anderson

“Un matrimonio feliz es una larga conversación que siempre parece demasiado corta”, André Maurois

“Un matrimonio exitoso requiere enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona”, Mignon McLaughlin

“Dios es el mejor Hacedor de matrimonios”, Shakespeare

Nuestra pregunta como introducción debiera ser, no qué opinan los hombres, sino ¿qué opina Dios sobre el matrimonio? ¿Cuál fue su propósito al crearlo? Este artículo inicia una serie de escritos sobre el matrimonio, donde iremos respondiendo a muchas otras preguntas que seguramente están en tu mente: ¿Cuál es el papel del esposo y el de la esposa? ¿Cómo comunicarse de forma correcta? ¿Cómo solventar los conflictos que puedan venir a nuestras vidas? Para todas estas preguntas encontramos respuesta en la Palabra de Dios.

Hemos de empezar diciendo que Dios inventó el matrimonio, y lo diseñó como el fundamento de la familia, la sociedad y la humanidad. Aunque “matrimonio” es una palabra que mucha gente usa y de muchas maneras, el matrimonio no es un invento humano, sino divino. Por tanto, no es el hombre quien puede definirlo, sino Dios. Las palabras se devalúan con el tiempo hasta tal punto que para algunos hoy día “matrimonio” es sinónimo de “contrato temporal”, o para otros es sinónimo de “unión con alguien del mismo sexo”.

Es por eso que necesitamos volver a los orígenes. Necesitamos regresar al Edén para comprender qué es el matrimonio y con qué finalidad fue diseñado por el Creador. Otra verdad fundamental que hemos de tener en mente es que el diablo está deseoso de deshacer todo lo que Dios hace. Esa ha sido siempre su única estrategia: intentar destruir lo que Dios construye. Como un niño malvado que espera a que el niño del lado acabe su torre de bloques de madera para correr a derribarla.

Satanás no tiene más estrategia que la de plagiar lo que Dios hace o destruir lo que Dios construye. Desde el Edén así ha sido, y Satanás sigue intentando buscar la mejor estrategia para obtener una iglesia débil y una familia débil atacando a los matrimonios, uno por uno. Necesitamos recordar cuál es el diseño y el propósito de Dios para el matrimonio, y necesitamos que el Señor nos dé fuerzas para ser los matrimonios que Él quiere que seamos, útiles en sus Manos.

El tema del matrimonio va más allá de la relación entre un hombre y una mujer. En él hay intereses celestiales y eternos. Otro principio elemental sobre este tema es que necesitamos ser eminentemente prácticos. Si las verdades de Dios se quedan flotando en el aire no vamos a ser capaces de vivir como Dios quiere que vivamos. Los principios bíblicos deben llegar a nuestro corazón y correr por nuestras venas.

Tal como Charles Spurgeon decía de John Bunyan, por nuestras venas debiera de correr también una extraña sustancia llamada “biblina”. La Biblia es como la sangre. Si la tienes fuera, estás muerto. Sin embargo, si está dentro de ti, estás vivo. Muy vivo. Eso procuraremos con esta serie de artículos. Que corra la “biblina” por nuestras venas y por cada uno de los rincones de nuestro hogar y nuestros matrimonios. Que el Señor te bendiga.

David Barceló es pastor de la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, desde sus inicios en el año 2005. Conferencista en varias ciudades de España y Latinoamérica. Felizmente casado con su esposa Elisabet, son padres de cuatro hijos, Moises, Daniel, Elisabet y Abraham.

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