Por: Martha Peace
La meta del marido y la esposa cristiana en su matrimonio es tener una unidad caracterizada por una amorosa comunión espiritual y física, la cual glorifique a Dios y aumente el crecimiento personal y espiritual (Génesis2:24; Efesios 5:22–33; Gálatas 6:1; Hebreos 13:4). La unidad y el crecimiento espiritual se alcanzan cuando cada uno ayuda al otro a crecer más a la imagen del Señor Jesucristo.
Este crecimiento y unidad espiritual en el matrimonio no ocurre por casualidad, sino en proporción a la diligencia con la cual la pareja lo busque.
Crecer en unidad y espiritualmente toma lugar en formas medibles, concretas y prácticas. Por ejemplo, podemos verlo cuando una esposa deja de ser sarcástica y áspera en su tono de voz con su esposo y empieza a responder de manera bondadosa, tierna y paciente. Este tipo de cambio no solamente promueve la unidad, sino también glorifica a Dios, porque ella obedece la Palabra de Dios. Así también, el Espíritu Santo muestra el poder y gracia de Dios por la habilidad que le da a la esposa para cambiar.
Rara vez se alcanza una meta por casualidad, y, llegar a tener la unidad que Dios desea, demanda compromiso, perseverancia, diligencia y la gracia de Dios. No hay una fórmula instantánea por la cual una pareja cristiana pueda llegara tener el crecimiento espiritual y el tipo de unidad amorosa que verdaderamente glorifique a Dios; pero hay, por lo menos, cuatro formas específicas por las cuales la meta se puede alcanzar:
1. Haga de su matrimonio un asunto de oración fiel.
2. Comprométase a un plan de acción que sea bíblico.
3. Tome responsabilidad personal por sus fallas y arrepiéntase.
4. Sométase a y participe en el proceso de “santificación mutua.”
Tomado del libro «La Esposa Excelente»
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