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Por: John Piper.

“Estimado Pastor John, he estado siguiendo su podcast ‘religiosamente’ durante los últimos seis meses. Soy un creyente que cae a menudo, pero usted ha desempeñado un papel importante en traerme de vuelta a Dios y al servicio, aunque en mucha debilidad y tropiezo. Estaré siempre agradecido. Mi matrimonio ha sufrido mucho, pues descuidé a mi mujer de muchas maneras en los últimos veintidós años de nuestro matrimonio. Hoy se encuentra al borde del colapso, y ha llegado al punto en que está completamente a merced de Dios, y es la lucha más grande en mi nueva fe reavivada y en mi relación con Dios. Me despierto muchas mañanas desesperado, pensando que mi matrimonio ya no puede ser reparado, y lucho para regocijarme en las nuevas misericordias que vienen cada nueva mañana. Mi esposa se ha dado por vencida conmigo, y no puedo culparla. Mi pregunta es la siguiente: ¿Cómo puede un matrimonio como el mío, que es tan difícil, ser un modelo del pacto de amor que tiene Cristo por su Iglesia? ¿Puede un matrimonio difícil modelar a Cristo, o solo los más fáciles?”.

Primeramente, bienvenido. Bienvenido a casa, a Jesús. He orado para que, a pesar de que se sienta sin esperanza, su situación no sea sin esperanza. Esa es mi oración. Permítanme leer el texto que al que se refiere y lo tiene preocupado, el cual es Efesios 5:22-26, sobre el matrimonio como la imagen o el modelo de Cristo y la Iglesia.

“Las mujeres estén sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo Él mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra”.

Y luego, solo unos cinco versos más tarde, el apóstol da un giro: “Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, lo cual es una cita de Génesis 2:24. “Grande es este misterio, pero hablo con referencia a Cristo y a la iglesia”. Por lo tanto, el matrimonio está diseñado por Dios para ser una parábola o un drama o una imagen del pacto de amor entre Cristo y la Iglesia, la novia de Cristo.

Ahora, me pregunto si en realidad su intención era hacer la pregunta como la hizo. Él dice: “¿Puede un matrimonio difícil modelar a Cristo, o solo los más fáciles?”. Bueno, la respuesta es sencilla. Sí. Si un matrimonio es fácil o difícil no debilita el testimonio al mundo acerca de Cristo y su Iglesia. Hay muchas tensiones entre Cristo y la Iglesia, y todo es por culpa de la Iglesia, no la de Cristo. Lo que transmite algo falso acerca de Cristo y su Iglesia es cuando se rompe un pacto matrimonial, pues el pacto entre Cristo y su Iglesia nunca se rompe.

Los matrimonios difíciles y duros que perseveran en fidelidad, año tras año, a pesar de todo lo que suceda, cuentan una gran verdad acerca de Cristo y su Iglesia. El nuevo pacto comprado con sangre no se romperá, nunca. Eso es lo que es diferente. Eso es lo que es nuevo en el nuevo pacto a diferencia del antiguo pacto. Cristo asegura su permanencia a través de sangre. Y por eso que lo hace nuevo es que Jesús elevó los niveles de fidelidad en el matrimonio por encima de las normas de la ley del Antiguo Testamento.

Ahora, me gustaría ir un paso más allá. Si un creyente fiel ve que se desintegra su matrimonio, él o ella aun puede decir la verdad sobre Cristo y la Iglesia, manteniendo el pacto, incluso si la otra pareja no lo hace. Eso es lo que es nuevo y radical en el ideal que Jesús ha puesto como modelo del nuevo pacto. Y entonces me gustaría añadir otro recordatorio crucial. El matrimonio es solo una de las muchas maneras en que la verdad de Cristo se muestra en el mundo. Un creyente cuyo matrimonio es destruido y ya no representa una parábola del pacto de amor, puede mostrar el valor de Cristo en muchas otras maneras que Dios ha designado. Y una de ellas es la manera en que él o ella trata a las personas que están en ese horrible proceso de disolución. El valor de Cristo, que satisface completamente, se muestra cuando es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades, para que tengamos gracia y devolvamos bien por mal a nuestro cónyuge separado, o a hijos, padres, o a quien sea que nos haya hecho la vida tan difícil.

Es posible no haber glorificado a Cristo en un área, y sin embargo, en las mismas ruinas de ese fracaso, glorificar a Cristo de otras maneras. De hecho, todos estamos en esa situación, ¿no? ¿Apoco no llevamos todos las cicatrices de alguna falla pasada de la que nos gustaría deshacernos? No podemos. Y sin embargo, esta es la vida —con todo y cicatrices, con todo y ruinas— que Cristo tiene la intención de redimir, y en la que tiene la intención de ser glorificado.

El apóstol Pablo había asesinado cristianos, y por lo tanto vivió toda su vida con la conciencia adolorida de que era el primero de los pecadores (1 Tim. 1:1315). Lo puedes oír en su edad avanzada. Aún le inquieta. Esa era la vida que Dios redimió y en la que, y no solo después de la que, sino en la que, a través del dolor de las ruinas, Pablo le glorificaría por el resto de sus días.

Por lo tanto, mi respuesta es que un matrimonio difícil puede, de hecho, mostrar el pacto de amor de Cristo y, no solo eso, sino también decir que un cónyuge fiel, que guarda el pacto después de un matrimonio fracasado, puede mostrar la verdad de ese pacto. Y si parece que ha habido fracaso total con respecto al matrimonio, Dios puede transformarte de una manera que, en las ruinas del mismo, Él reciba la gloria.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Markos Fehr.

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