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Por: John MacArthur

Los teólogos arminianos rechazan la enseñanza de la elección incondicional. Ellos toman el comentario de Pablo sobre la presciencia en Romanos para decir que Dios ha escogido a aquellos que salvará, porque en la eternidad pasada Él miró «por los pasadizos del tiempo» y descubrió que, de acuerdo a su libre albedrío, ellos creyeron en Cristo (Ro 8:29). En resumen, Él escogió salvar sobre la base de su fe prevista. Como el resto rechazaría a Cristo, Él decidió no salvarlos sobre la base de su falta de fe. Esta posición a menudo es llamada de la fe prevista, visión presciente o visión de la presciencia simple.

El decreto de Dios, el futuro y la salvación por gracia

Existen varios problemas relevantes con la opinión presciente de la elección. Por ejemplo, esta posición sugiere que Dios mira al futuro y aprende cosas. Pero eso es imposible, porque Dios es omnisciente. Además, lo que Dios vería si «mirara hacia el futuro» es el resultado de lo que Dios ha decretado soberanamente. Como la Biblia lo afirma, Dios «hace todas las cosas según el designio de su voluntad» (Ef 1:11; cp. Sal 115:3135:6Is 46:10Dn 4:35). Así, Dios no forma su decreto porque conozca el futuro, sino que conoce el futuro porque Él mismo ha decretado el futuro.

También, la elección condicional parece socavar la doctrina de la salvación solo por gracia (sola gratia). Al basar el propósito electivo de Dios en la fe prevista del hombre y no en la soberanía de la voluntad de Dios, esta posición hace al hombre (y su elección para ejercitar su libre albedrío para confiar en Jesús) la causa determinativa de salvación, en lugar de Dios. En esta posición, lo que en última instancia diferencia a la persona salva de la no salva no es algo que Dios haya hecho sino algo que el hombre ha hecho. Pero Pablo afirma que Dios ha elegido al necio y al débil, y al vil —no al sabio, al fuerte o el fiel— «para que nadie se jacte delante de Dios. Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús» (1 Co 1:27‐30).

Dios no forma su decreto porque conozca el futuro, sino que conoce el futuro porque Él mismo ha decretado el futuro 

La visión presciente de la elección también malinterpreta fundamentalmente la naturaleza del conocimiento previo de Dios, en especial como enseña Romanos 8:29. Este versículo dice que Dios conoció de antemano a las mismas personas particulares (a los que Dios conoció de antemano, Ro. 8:28‐29), no la fe o las acciones de las personas.

Además, el verbo griego proginósko en Romanos 8:29 no habla de una simple presciencia, sino del conocimiento que caracteriza a una íntima relación personal (cp. Ro 11:2, de la íntima relación entre Dios e Israel; 1 P 1:20, del íntimo conocimiento de relación personal entre el Padre y el Hijo).

Este entendimiento de proginósko se sustenta en su contraparte hebrea del Antiguo Testamento yadá que, aunque con frecuencia es un término utilizado en alusión al simple conocimiento, muchas veces lleva la connotación del conocimiento íntimo personal (véase Gn 4:1: «Y conoció [yadá] de nuevo Adán a su mujer, la cual dio a luz un hijo, y llamó su nombre Set» [Gn 4:25 RV60; cp. 4:17; 19:5, 8; 24:16; 38:26; Jue 11:3919:2521:11‐12; 1 S 1:19]). Tan personal e íntimo es el conocimiento connotado por yadá que describe igualmente la unión sexual entre un esposo y una esposa. (Gn 18:19; Éx 33:12, 17).

El término yadá es la contraparte hebrea no solo de proginósko, sino también de su cognado ginósko, que puede tener también un significado similar. A aquellos que nombraron a Cristo, pero nunca hicieron la voluntad de su Padre, Jesús les declara: «Nunca os conocí [ginósko]» (Mt. 7:23). En 1 Corintios 8:3, Pablo define al creyente y amante de Dios como alguien que es «conocido [ginósko] por Dios» (cp. Gá. 4:9) y, en 2 Timoteo 2:19, declara: «Conoce [ginósko] el Señor a los que son suyos» (cf. Jn. 10:1527). El conocimiento indicado en esas instancias es el conocimiento íntimo de una relación.

Por tanto, el testimonio de proginósko, su cognado ginósko y su contraparte del Antiguo Testamento yadá confirman que el sentido del conocimiento de Dios usado en Romanos 8:29 no habla de un simple conocimiento de los hechos, sino más bien de una relación íntima de pacto basada en la elección soberana de Dios y marcada por su favor y su amor. Dicho de una manera simple, conocer de antemano es «amar de antemano». El amor fue la motivación de la elección de Dios, y el puro afecto de la voluntad de Dios fue su base (Ef 1:4‐5).

El amor incondicional y electivo de Dios

Las Escrituras testifican explícitamente el momento de la elección incondicional. El Padre amó al Hijo «antes de la fundación del mundo» (Jn. 17:24), lo predestinó «antes de la fundación del mundo» (1 P. 1:20) y los elegidos fueron amados y conocidos de antemano «antes de la fundación del mundo» (Ef. 1:4). La elección de Dios fue por «la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos» (2 Ti. 1:9). El momento de la elección deja afuera al mérito personal como su base, dado que ninguna circunstancia temporal o característica personal influenciaron la elección del Padre.

Pablo desarrolla e ilustra este concepto en Romanos 9:6‐18, donde habla de la elección de Dios de Jacob por encima de Esaú (véase Ro 9:11‐13). Aquí Pablo deja claro que la elección de Dios viene antes de que ellos hubieran hecho, o podrían haber hecho, algo bueno o malo. Más bien, Dios eligió a Jacob por encima de Esaú «para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese» (Ro 9:11), de acuerdo con su propio propósito soberano. La elección de Dios es «no por las obras sino por el que llama» (Ro 9:11). Él establece inequívocamente que la elección no fue por las obras, en ningún sentido, sino, debido a Aquel que llama.

La elección depende de Dios quien tiene misericordia; por lo tanto, la elección es incondicional 

Pablo reconoce que cuando su doctrina confronta el razonamiento humano caído, la respuesta será acusar a Dios de injusticia (Ro 9:14). Sin embargo, la doctrina de la elección condicional nunca haría esta objeción. ¿Quién acusaría a Dios de ser injusto por elegir salvar a las personas con base en su aceptación o rechazo previstos de Jesús?

Pablo continúa: «Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca» (Ro 9:15; cp. Éx 33:19), y concluye: «Así que no depende [la elección] del que quiere [gr. oú toú thélontos], ni del que corre [gr. oudé toú tréjontos], sino de Dios que tiene misericordia» (Ro 9:16). Pablo niega inequívocamente que la voluntad y el esfuerzo humanos tengan algo que ver con la base de la elección de Dios para salvación. Más bien, la elección depende de Dios quien tiene misericordia; por lo tanto, la elección es incondicional.

Fragmento adaptado de Doctrina cristiana esencial (Editorial Portavoz, 2021), por John MacArthur.

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Un comentario en «Respondiendo a la doctrina arminiana de la elección condicional»
  1. En todas las culturas enfrentadas siempre se ataco la divinidad contraria, que si fueron derrotados entonces mi dios era mas fuerte que el de ellos. Ahora en la Selva de cemento que vivimos, esta guerra se a trasladado al campo intelectual, ahora se quiere destruir el concepto de un Dios, perfecto , Santo, Omnisciente, Todopoderoso. inventando errores y defectos casi humanos que Dios podría tener. Las Escrituras nos dan a entender que El Todopoderoso ya trazo la historia humana, el sabe como va terminar, y como sucederá cada acontecimiento, y nadie ni nada cambiara ese destino, ahora solo esta viendo en donde escoges TU, encajar en la historia , el nos compara con vasos para honra y deshonra, tu papel en la historia lo escoges TU.

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