Por: Charles Spurgeon
Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré; Mi alma tiene sed de ti… Porque mejor es tu misericordia que la vida. SALMO 63.1, 3
¿Alguna vez ha deseado que alguien le entienda, le aprecie, le respete y le quiera por lo que usted es? Esto se debe a que fue hecho para la intimidad: una relación personal íntima, profundamente satisfactoria, que le fortalezca, le edifique y le estimule hasta la médula.
Desdichadamente, el pecado puede evitar que disfrute de la comunión para la que fue creado. Puede que incluso esté buscando confort o significado en fuentes que no pueden saciar sus anhelos… tales como las posesiones, la prominencia o las adicciones.
El rey David, autor del Salmo 63, comprendía esto. Él tenía todo lo que una persona pueda desear, pero concluyó que el único que genuinamente podía satisfacer su alma era Dios.
Esto también es cierto para usted. El Padre le creó a su imagen a fin de que pueda interactuar con Él de una manera profundamente significativa, que satisfaga sus anhelos más hondos. Y, a medida que Él se le revela, usted descubre el contentamiento sincero, la razón para su existencia, y la esperanza para su futuro.
Padre, gracias por entenderme y amarme tal como soy.
Amén.