Por: Sugel Michelén
Con los recientes, y muy lamentables, escándalos de sacerdotes acusados de pedofilia, no sólo ha vuelto a ponerse sobre el tapete el tema del celibato y el tipo de castigo que debe imponerse a todos los pederastas (sin importar su investidura religiosa), sino que también ha dado ocasión para que algunos se regodeen en denunciar la supuesta represión sexual del cristianismo.
Pero esa es una acusación gratuita y absolutamente falsa que sólo puede aplicarse a un cristianismo desfigurado influenciado por la filosofía neoplatónica y no por la enseñanza bíblica. Dios creó el sexo para el deleite de aquellos que están unidos por el vínculo del matrimonio, y no únicamente para la preservación de la raza.
Un libro completo de la Biblia, el Cantar de los Cantares, está dedicado a exaltar el amor entre un hombre y una mujer, incluyendo el pleno disfrute de la sexualidad.
Y a través de todas sus páginas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, encontramos un sinnúmero de textos que exhortan a los esposos a cultivar la relación matrimonial en todos sus aspectos.
En Deuteronomio 24:5 se le ordena al pueblo de Israel no enviar a ningún recién casado a la guerra por un año completo “para alegrar a la mujer que tomó”.
Y en Proverbios 5:18 en adelante se exhorta al hombre casado: “Sea bendito tu manantial, y regocíjate con la mujer de tu juventud… que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre”. No creo que podamos catalogar estos, y otros textos, como mojigatería religiosa.
Y lo mismo vemos en el Nuevo Testamento. Pablo dice en 1Corintios 7:3-5 que los esposos no deben descuidar el deber conyugal ni negarse el uno al otro.
Más aún, en su primera carta a Timoteo, usa palabras bien fuertes de condenación para aquellos que prohíben el matrimonio y promueven una vida ascética: “Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia; prohibiendo casarse y mandando abstenerse de alimentos que Dios ha creado para que con acción de gracias participen de ellos los que creen y que han conocido la verdad. Porque todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias” (1Timoteo 4:1-4).
Ciertamente la Biblia condena todo tipo de perversión sexual, incluyendo la pederastia (Hebreos 13:4), pero exalta el amor conyugal, en todas sus facetas, como un precioso don dado por Dios al hombre. Decir que el cristianismo promueve la represión sexual es una crasa ignorancia fruto de confundir algunas religiones que claman ser cristianas con el cristianismo en sí.
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