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Por: Teología Sana.

La primera “lectura sideral” tuvo lugar durante la misión norteamericana Apolo 8.

A priori se podría pensar que los astronautas se llevarían un best-seller para rellenar algún momento de ocio, si es que los hubiese. Puestos a elucubrar, es posible que se ayudaran para ello del listado de los libros más vendidos.

Esta nómina la encabeza nuestro “Don Quijote de la Mancha”, al cual siguen “Historia de dos ciudades”, de Charles Dickens, “El señor de los anillos”, “El principito” y “El hobbit”.

La misión fue todo un éxito, porque además se captó por vez primera imágenes de la Tierra, se pudo contemplar el lado opuesto de nuestro satélite, se enviaron imágenes de televisión de la superficie lunar y se batió un nuevo record de velocidad -10,8 kilómetros por segundo-.

Los tres tripulantes del Apolo 8 –Frank Borman, Jim Lovell y Bill Anders– sorprendieron al mundo cuando, en una conexión en directo con los canales de televisión, leyeron, por turno, el libro del Génesis hasta el versículo 15.

Anders fue el primero en comenzar la lectura: “En el principio, Dios creó el cielo y la Tierra…”. De esta forma, la Biblia se convirtió en el primer libro en ser leído desde el universo.

Nunca había sucedido nada como esto en el espacio, pero para Borman, Lovell y Anders, la idea de leer la Biblia surgió espontáneamente. Frente a lo que estaban presenciando, ninguna palabra humana habría parecido adecuada. Bill Anders por lo tanto empieza a leer: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas».

Luego fue el turno de Jim Lovell: “Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.. Y Dios dijo: Que haya un firmamento en medio de las aguas, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión».

Y finalmente Frank Borman: «Y Dios dijo: Que las aguas debajo de los cielos se junten en un solo lugar, y que aparezca la tierra seca: y así fue. Y Dios llamó a la tierra seca Tierra; y a la reunión de las aguas llamó Mares: y Dios vio que era bueno…».

El Apolo 8 tardó sesenta y ocho horas –casi tres días– en recorrer la distancia entre la Tierra y la Luna. A su llegada, los astronautas fueron recibidos como verdaderos héroes y la revista Time los nombró “Hombres del Año”.  

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