Por: Paul Washer
Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; (Romanos 8:3 RV 1960)
En la encarnación, el Hijo de Dios no tomó para sí, un cuerpo humano como lo era antes de la caída, sino uno que, aunque no estaba manchado por el pecado, se sujetaba a todas las terribles consecuencias de la humanidad caída. Como hombre, Él estuvo sujeto a las mismas limitaciones, fragilidades, aflicciones y angustias de los seres humanos caídos.
De hecho, habría sido una gran humillación si el Hijo hubiera tomado la naturaleza de la humanidad antes de la caída, en su plena gloria y vigor. Sin embargo, su humillación fue aún mayor, pues Él fue enviado en la “semejanza de carne de pecado”
Fragmentos extraídos del Libro “Conociendo al Dios vivo” pág. 240
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