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Por: John MacArthur
«El infierno siempre ha despertado pasiones negativas. Esto era cierto en tiempos de Jesús. Hoy, sin embargo, el tema es casi tabú, incluso en los círculos supuestamente evangélicos.
El infierno es una vergüenza para los que quieren que el cristianismo se adapte a los dogmas modernos de buena voluntad universal y una tolerancia de mente amplia. Es un inconveniente para los que quieren que el mensaje bíblico suene siempre alegre a la gente que está fuera de la iglesia.
El infierno es un tema irritante para los que quieren una religión que haga que la gente siempre se sienta bien consigo misma. Y es una ofensa para aquellos a quienes poco les importa la justicia y en realidad no temen a Dios, pero que de todos modos quieren mantener cierta apariencia de piedad.
Debido a que tales opiniones son tan comunes, un sinnúmero de líderes de la iglesia hoy día piensan que deben restarle importancia a lo que dice la Biblia sobre el infierno (o ignorarlo totalmente). La mayor parte de los tratados populares y programas de evangelización producidos durante los últimos cien años eluden intencionalmente cualquier mención a los horrores del infierno. El objetivo, supuestamente, es darle mayor énfasis al amor de Dios, como si fuera necesario exonerar a Dios de la afrenta de lo que él mismo dice en su Palabra».
Tomado de Parábolas. págs. 169-170
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