Por: Charles Spurgeon
Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza … Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó. GÉNESIS 1.26–27
¿Alguna vez ha pensado en cuán profundamente Dios le ama? Usted pudiera pasar largo tiempo considerando eso y nunca penetrar en las profundidades de cuán intensamente Él se interesa por usted. Sin embargo, una cosa es segura: meditar en su amor transformará su vida.
Simplemente, piense en el hecho de que el Padre lo hizo a su imagen. Esa fue una decisión intencional, tan importante que se repite cuatro veces en el relato bíblico. Lo creó con un potencial inimaginable y una valía incuestionable; con la capacidad de tener una relación personal profunda e íntima con Él. De hecho, Dios quiere verter su vida en usted y obrar por medio de su persona de
maneras asombrosas, eternas. El deseo de Dios es que cuando las personas lo vean a usted, le recuerden a Él (Mateo 5.16).
Así que, sin que importe cómo se sienta con respecto a sí mismo, abrace la verdad: Dios le ama, anhela colmarle de su bondad y llamarle suyo (Isaías 43.1).
Señor, gracias por amarme. Ayúdame a conocerte mejor y a comprender lo que significa reflejar tu semejanza. Amén
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