Por: Charles Spurgeon
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Romanos 8:35-37
El apóstol nos proporciona un pequeño resumen de los males contra los que tenemos que combatir, y coloca primero a la «tribulación». La palabra «tribulación», en latín, significa: «trillar», y el pueblo de Dios es arrojado con frecuencia en la era para ser azotado con el pesado flagelo de la tribulación; pero es más que vencedor, puesto que no pierde nada excepto la paja y el tamo, y de esta manera el trigo limpio es separado de lo que no le beneficiaba.
Sin embargo, la palabra original en el idioma griego sugiere una presión externa. Es usada en el caso de personas que están sosteniendo cargas pesadas y tienen un gran peso encima. Ahora, los creyentes han tenido que contender casi en todas las épocas con circunstancias externas.
Al presente, solo hay unas cuantas personas que en un momento u otro de sus vidas se enfrentan a una presión externa, ya sea por causa de enfermedad, o por la pérdida de bienes, o por duelos, o por alguna otra de las mil y una causas de las cuales brota la aflicción.
El cristiano no tiene una senda pareja. «En el mundo tendréis aflicción», es una promesa segura que nunca deja de cumplirse. Pero los verdaderos creyentes han sido sostenidos bajo todas las cargas, y ninguna aflicción ha sido capaz jamás de destruir su confianza en Dios.
Se dice de la palmera que entre más pesos cuelguen de ella, más erguida y más altanera se proyecta contra el cielo; y lo mismo sucede con el cristiano. Como Job, nunca es tan glorioso como cuando ha experimentado la pérdida de todas las cosas, y al final se alza desde su muladar más poderoso que un rey.
Hermanos, han de esperar enfrentar al adversario en tanto que permanezcan aquí; y si ahora sufren por el peso de la aflicción, recuerden que deben vencerla y no ceder a ella. Clamen al Fuerte pidiéndole fuerzas, para que su tribulación produzca en ustedes paciencia, y la paciencia prueba, y la prueba esperanza que no
avergüenza.
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