Por: Paul Washer
Dios es el soberano Señor y Rey de la creación. Gobierna sobre todas las criaturas, acciones y cosas, desde la más grande hasta la más pequeña. Él es libre para hacer todas las cosas según su propia voluntad y de hacerlas para su propia gloria y su beneplácito.
Lo que Él ha determinado, ningún poder en los cielos o en la tierra lo puede estorbar. ¿Cuál debe ser la respuesta del hombre hacia un Dios como este? Las Escrituras son claras, debemos rendirle reverencia y adoración. Cuando la soberanía o señorío de Dios se entiende de la manera correcta, hace que todos los hombres se postren ante Él y les hace reconocer que sólo Él es digno de la reverencia, la obediencia, la adoración y la alabanza de toda la creación.
REVERENCIA Y OBEDIENCIA
La primera respuesta del hombre a la soberanía de Dios debe ser la de reverencia y obediencia. Reverenciar a Dios es reconocer su excelso lugar como Señor sobre nosotros y dirigirnos a Él con sumo respeto y asombro. Tal actitud de reverencia siempre resultará en obediencia. La soberanía implica una relación en la cual uno ejerce autoridad sobre otro. Si verdaderamente reconocemos la soberanía de Dios, entonces nos postraremos ante Él en sumisión reverente a su voluntad.
Fragmentos extraídos del Libro “Conociendo al Dios vivo” pág. 206
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De verdad concuerdo con lo dicho Dios ejerce soberanía sobre todo ser vivo o cosa que haya sobre la faz de la tierra y aun fuera de alla el supremo del universo digno de toda la gloria y honra alabanza adoración tan solo al nombrarlo ya debemos caer postrados a sus Pies.