Por: Paul Washer
Una de las verdades fundamentales de las Escrituras y la fe cristiana es que Dios es el creador de los cielos y de la tierra. Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas existen por causa de Él. Él no fue creado ni hecho por algo ni por alguien más grande que Él mismo, sino que Él es el creador y el hacedor de todas las cosas; nada de lo que existe, existiría fuera de Él. Solamente Él es creador y no comparte este título con nadie.
La creencia de que Dios creó todos los seres en los cielos y en la tierra debe afectar radicalmente cada aspecto de nuestras vidas.
Primero, debería guiarnos al asombro y a la reverencia. El conocimiento de que hay un Dios tan grande que ha creado mundos y seres innumerables y los sustenta sin esfuerzo, va más allá de la comprensión. Tal Dios es digno de absoluta reverencia. Si a veces nos asombramos de su creación, ¿cuánto más deberíamos levantarnos en asombro delante de Él?
Segundo, debería guiarnos a una actitud de acción de gracias y de adoración. Si Dios no nos hubiera creado, no existiríamos. Rehusar ser agradecidos y darle adoración es ser culpables de la mayor arrogancia e ingratitud.
Tercero, debería guiarnos a la humildad. ¿Qué es el hombre para que Dios piense en él? Existimos porque Él nos hizo y separados de Él somos nada. La falta de humildad delante de Dios va más allá de toda comprensión.
Cuarto, debería dar propósito a nuestra existencia. No somos el resultado de la casualidad o de algún proceso evolutivo sin propósito. Fuimos hechos según el diseño de Dios y para su propósito y su beneplácito.
Fragmentos extraídos del Libro “Conociendo al Dios vivo” pág. 169
Puedes seguirnos en , Facebook, Telegram o Youtube. También puede suscribirse a nuestro boletín por correo electrónico.