Por: A. W. Tozer
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Salmos 51:1
En nuestra iglesia, un joven acudió a verme tras haberse convertido. Me dijo: «Estoy en un lío terrible. Ahora soy salvo, pero estoy en problemas con la ley. Tengo que ir a la policía y confesar.
Y cuando vaya y confiese, seguro que me encerrarán». «Bueno», contesté. «Mejor encerrado que en el infierno. De la cárcel se sale, pero del infierno, no».
El hombre fue al departamento de policía al día siguiente, y supuse que no volvería a verlo. Pensé que predicaría para uno menos. Pero el domingo siguiente allí estaba, casi al frente, y su rostro resplandecía.
Fui a hablarle más tarde: «Te ves muy contento. ¿Qué pasó?» «Fui, confesé y les informé lo que había hecho. Después les dije que me había convertido y que quería arreglar las cosas». Me dijo que fueron a ver los libros y que no habían encontrado ninguna acusación en su contra. Podrían haber encontrado algo, claro; pero no quisieron, así que lo dejaron ir. Dios es bueno, muy bueno.
Aunque sean como escarlata, tus pecados borraré.
Aunque sean rojos cual grana como nieve los haré.
Sí, aunque sean como escarlata yo los lavaré.
Aunque sean como escarlata tus pecados lavaré.
Fanny J. Crosby (1820 -1915)
Padre, te doy gracias por cómo limpias nuestro pecado.
Te doy gracias por el Señor Jesucristo, el Cordero inmolado antes de la fundación del mundo. ¡Aleluya sea al Cordero! Amén
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