Por: J. C. Ryle
[El verdadero cristianismo] no admite tiempo para respirar, ni armisticio, ni tregua. En los días de la semana así como los domingos, en público y en privado, en casa junto a la chimenea así como afuera, en las cosas pequeñas como el control de la lengua y el temperamento , así como en las cosas grandes como el gobierno de reinos, la guerra del cristiano debe continuar incesantemente.
El enemigo con el que nos enfrentamos no tiene feriados, nunca le da sueño y nunca duerme. Mientras que tengamos aliento en nuestros cuerpos debemos tener puesta nuestra armadura y recordar que estamos en territorio enemigo …
Cuidemos de que nuestra propia religión personal sea real, genuina y verdadera. El síntoma más triste de muchos que se hacen llamar cristianos es la total ausencia de cualquier cosa que se parezca a conflicto y lucha en su cristianismo. Ellos comen, beben, se visten, trabajan, se divierten, ganan dinero, van a unos cuantos cultos religiosos una o dos veces a la semana. Pero de la gran guerra espiritual, su vigilancia y luchas, sus batallas y disputas, de todo esto parecen no saber nada en absoluto. Cuidemos de que no sea así con nosotros.
J. C. Ryle. Holiness (Welwyn, England: Evangelical Press, 1979) p. 555
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