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Por: A. W. Tozer

Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber. Juan 16:15

Dios desea comunicarse con nosotros a través de los canales de nuestra mente, voluntad y emociones. El continuo intercambio de amor y pensamiento entre Dios y el alma del hombre redimido es el corazón palpitante de la religión del Nuevo Testamento.

Nosotros tenemos un conocimiento consciente y personal de la relación entre Dios y el alma. Es personal; esto es, no viene a través del cuerpo de creyentes, sino que se conoce individualmente y llega al cuerpo a través de los individuos que lo componen. Y es consciente porque no permanece fuera de los límites de la conciencia operando en el alma.

Cuando nuestros pecados han sido borrados, tú y yo somos en pequeño lo que Dios es en grande. Como hemos sido creados a su imagen tenemos dentro de nosotros la capacidad de conocerle. En el momento en que el Espíritu Santo nos vivifica, todo nuestro ser siente el parentesco con Dios y salta de gozo. Este es el nacimiento celestial, sin el cual no podemos ver el reino de Dios.

Sin embargo, no es el fin, sino el comienzo. Allí es donde comenzamos, pero ningún hombre ha descubierto aún dónde concluimos, porque en las misteriosas profundidades del Trino Dios no existe ni el límite ni el final.

Tomado de “Manantiales de lo Alto”, devocionales del pastor A. W. Tozer para cada día. Lectura correspondiente al 2 de Abril

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