Por: Charles Spurgeon
Pronto abandonaremos este cuerpo mortal, y nos encontraremos en un estado incorpóreo, “y así estaremos siempre con el Señor.” No tendremos oídos ni ojos, pero nuestro espíritu discernirá y entenderá prescindiendo de estos órganos ineptos.
Liberados de esta sustancia material, no conoceremos el pecado. Pronto sonará la trompeta de la resurrección, y el espíritu entrará en el cuerpo refinado y espiritual, y la humanidad perfeccionada será nuestra. Entonces el hombre tendrá sus ojos, pero no mirarán nunca una mirada lasciva; tendrá sus oídos, pero no buscarán nunca la conversación profana; tendrá sus labios, pero no mentirán nunca; tendrá un corazón que latirá siempre verdadera y obedientemente: no habrá nada impropio dentro de la humanidad perfecta.
SERMÓN PREDICADO LA MAÑANA DEL DOMINGO 8 DE SEPTIEMBRE, 1889, POR CHARLES HADDON SPURGEON pág. 14.
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