Por: Martyn Lloyd Jones
El pecado pervierte. Por tanto, dice nuestro Señor, ‘si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti.’ Cuan cierto es que el pecado hace esto. Es algo tan pervertidor y devastador que convierte los instrumentos mismos que Dios me ha dado, y que son para mi bien, en enemigos míos. Los instintos de la naturaleza humana no son malos. Dios los ha dado; son excelentes. Pero estos mismos instintos, a causa del pecado, se han convertido en nuestros enemigos.
Lo que Dios puso en el hombre para hacerlo hombre, y para capacitarlo para vivir, se ha convertido en causa de caída. ¿Por qué? Porque el pecado todo lo enreda, de modo que dones preciosos como las manos o los ojos se pueden convertir en inconvenientes para mí, y tengo que, metafóricamente, cortarlas o sacarlos. Tengo que librarme de ello. El pecado ha pervertido al hombre, convirtiendo lo bueno en malo.
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