Por: Charles Spurgeon
Todos los cristianos creen que Cristo murió para redimir, pero no todos enseñan la misma redención.
Discrepamos en lo tocante a la naturaleza de la expiación y al propósito de la redención misma.
Por ejemplo, los arminianos dicen que Cristo, cuando murió, no lo hizo con la intención de salvar a ninguna persona en particular, y enseñan que su muerte no asegura, más allá de toda duda, la salvación de ningún hombre determinado.
Creen que Cristo murió para hacer posible la salvación de todos y que cualquiera que lo desee puede alcanzar la vida eterna. En consecuencia, se ven obligados a sostener que si la voluntad humana no cede y se entrega voluntariamente a la gracia, la expiación de Cristo será inútil. Sostienen que no hay nada especial ni particular en la muerte de Cristo.
Jesús murió, según ellos, tanto por Judas en el infierno como por Pedro que subió al cielo. Creen que ha habido una redención verdadera y real tanto para los que han sido entregados al fuego eterno, como para aquellos que están delante del trono del Altísimo.
Pero nosotros no creemos tal cosa.
Afirmamos que, cuando Cristo murió, lo hizo con un propósito definido, y que este propósito se cumplirá con toda exactitud y sin ningún género de duda. […]
No podemos falsear de tal forma nuestra razón como para creer que la intención del Todopoderoso podría ser frustrado, o que el propósito de algo tan grande como la expiación podría fracasar por causa alguna.
Sostenemos –y no tenemos reparo en decir lo que creemos- que Cristo vino a este mundo con la intención de salvar una gran multitud que nadie puede contar; y, como resultado de ello, estamos seguros de que todos aquellos por los que murió, serán ciertísimamente limpios de pecado, y permanecerán delante del trono del Padre, lavados por sangre.
No creemos que Cristo efectuara una expiación eficaz por los que están condenados para siempre; no osaríamos pensar que la sangre de Cristo fue derramada con la intención de salvar a aquellos que Dios previó que nunca serían salvos, y menos aún que, de acuerdo con lo que dicen algunos, Cristo muriera por muchos que ya estaban en el infierno cuando él subió al Calvario.
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