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Un panadero cristiano de Colorado, que ha estado en el centro de una legendaria batalla legal por negarse a hacer un pastel para una boda de dos personas del mismo sexo, reveló recientemente el acoso y vandalismo que él y su negocio han recibido desde entonces.

«Los correos electrónicos y las llamadas telefónicas a veces eran horribles», comentó Jack Phillips, dueño de Masterpiece Cakeshop, durante un episodio del podcast «Edifi With Billy Hallowell».

Su caso se remonta a julio del 2012, cuando le informó a una pareja gay que no les ayudaría a realizar el pastel que pedían para su matrimonio, debido a su fe cristiana.

En su nuevo libro, El costo de mi fe, reveló que por el bien del personal de su negocio, se vio en la obligación de atender cada llamada telefónica que llegaba al lugar, pues la tienda se había visto afectada por las muestras de odio.

Al tiempo, lo que fueron simples llamadas telefónicas que catalogó como «desagradables», se convirtieron en algo mucho más alarmante.

«Vandalizaron nuestra tienda. Recibimos amenazas de muerte», aseguró. «Un día, un tipo me llamó, dijo que estaba en su coche, que tenía un arma, que iba camino a la tienda y que iba a volarme la cabeza… El hombre seguía llamando y llamando. Era una locura».

Phillips, quien ha pasado los últimos 9 años en tribunales peleando batallas legales que giran en torno a su firme posición, habló sobre el día en que llegaron dos hombres a su tienda buscando un pastel de bodas; el día en que todo para él cambiaría.

«Me senté, me presenté… Inmediatamente supe cuál sería mi respuesta», recordó, y señaló que dijo: «Lo siento, chicos, no hago pasteles para bodas entre personas del mismo sexo».

Aquellos hombres se fueron de Masterpiece Cakeshop molestos, dejando al panadero sorprendido.

«Intenté, en ese par de frases, hacerles saber que estaría feliz de servirles en cualquier otra capacidad… Pero esto fue un pastel, debido al mensaje y a mi fe, que no pude crear».

Según el creyente, a los 20 minutos su celular comenzó a sonar, recibiendo eventualmente una gran cantidad de correos electrónicos. Ese simple y corto encuentro se hizo tan polémico que al poco tiempo fue demandado, y de alguna manera, su caso se hizo conocer en gran parte del territorio nacional.

«La Comisión de Derechos Civiles de Colorado me pidió que cambiara mis políticas, ignorara mi fe», comentó Phillips, indignado porque ya ni en su pastelería podía ejercer su derecho a la libertad de religión.

Conforme avanzaba su batalla legal, decidió que la mejor alternativa era dejar de cocinar pasteles para bodas de forma definitiva.

«Decidimos que la forma de evitarlo era no crear pasteles de boda en absoluto… Estábamos haciendo probablemente 300 pasteles de boda cada año. Pero tuvimos que renunciar a eso», explicó.

Si bien los problemas continuaron, el repostero siguió defendiendo su decisión y fe durante la última década.

En 2017 se enfrentó a otra situación, cuando un cliente se puso en contacto con la panadería para pedir un pastel para celebrar una transición de género, propuesta que evidentemente fue rechazada. Por tal motivo, ha tenido que volver a la corte para luchar por ese caso.

No obstante, a pesar de todas las malas experiencias, Phillips está convencido de una cosa, y es que cree que Dios lo ha sostenido en todo momento y en cada una de sus pruebas, demostrando una fe inquebrantable.

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