Por: Joel Beeke
Los puritanos acostumbraban enumerar los deberes de cada cónyuge. Enseñaban que, más allá de amar a su esposa y cumplir los deberes conyugales mutuos, el marido no debe dominar a su mujer tiránicamente, sino tratarla como alguien que le es igual.
Un marido debe esforzarse para liderar espiritualmente a su mujer, teniendo en vista su perfeccionamiento, encargándose de que ambos adoren a Dios. Baxter dice que el marido ha de ser para la mujer “un profesor y guía en cuanto a las cosas de Dios”.
El marido debe deleitarse en su esposa (Pr. 5.18-19), estimándola, respetándola y procurando agradarla, aun al punto de que otros lo consideren “amor exagerado”. El marido no debe permitir que imperfecciones en su mujer disminuyan su amor por ella.
Gouge dice: “Si un hombre tiene una esposa no muy bonita o agradable, más que posee algún defecto en su cuerpo, alguna imperfección en el hablar, en el mirar, en los gestos o en cualquier parte del cuerpo”, él debe, a pesar de eso, ser bastante afeccionado por ella y “deleitarse en ella como si fuese la más linda y, de todos los modos, la mujer más completa del mundo”.
El marido debe también proveer lo necesario a su mujer en la enfermedad y en la salud. Debe, en particular, asistirla en su embarazo. Ha de otorgarle favores, cordialidad y presentes. Nunca debe golpear en ella o injuriarla verbal o públicamente. Como dice Smith: “El rostro de tu mujer fue planeado para tus labios, no para tu puño!”.
A veces, un marido puede reprender a su esposa, más solamente con amor cordial y siempre para apartarla del pecado. Todavía, las reprensiones deben ser raras y ministradas en particular, con humildad y jamás cuando la esposa está con rabia.
Finalmente, un marido ha de aceptar las funciones que su mujer desempeña. Precisa mostrar su aceptación por medio de su gratitud, no exigiendo que ella haga demás y dándole libertad de administrar los quehaceres del hogar. El marido debe hacer todo eso con ternura y alegría.
Tal vez Matthew Henry haya hecho el mejor resumen de los deberes del marido cuando dice que la mujer no fue “creada de la cabeza del hombre, para gobernarlo, ni de sus pies, para ser pisoteada por él, sino de su lado, para ser igual a él, de debajo de su brazo, para ser protegida, y de cerca de su corazón, para ser amada”.
Tomado de «El Matrimonio Puritano».
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Comentario muy puntual y que afecta a los momentos actuales para redireccionar nuestro comportamiento para con nuestra esposa.Gracias por esas palabras:..»cerca de su corazon, para ser amada».