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Por: J. C. Ryle.

Abraham fue el padre de los fieles. Por fe, dejó su tierra y su parentela, y salió obedeciendo el mandato de Dios a una tierra que nunca había visto. Por fe se contentó con vivir en la tierra como un extranjero, creyendo que Dios se la daría
como herencia.

Y, aun así, éste fue el Abraham, quien, dominado por la  incredulidad,  hizo pasar a su esposa como su hermana, por temor a un hombre. Aquí hubo gran flaqueza. No obstante, han existido pocos santos más grandes que Abraham.

David era un hombre conforme al corazón de Dios; siendo sólo un muchacho tuvo fe para salir y enfrentar al gigante Goliat. Declaró públicamente su creencia de que el Señor, habiéndolo librado de las garras del león y del oso, lo libraría también de este filisteo.

Tuvo fe para creer la promesa de Dios de que un día sería rey de Israel, aunque tenía pocos seguidores y a pesar de que Saúl lo persiguió como a una codorniz en las montañas y, a menudo, parecía haber sólo un paso entre él y la muerte. Y aun así, a pesar de haber sido librado, este mismo David en cierta ocasión, fue dominado por el temor y la incredulidad al punto de decir: “Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl” (1 S. 27:1).

Se olvidó de las muchas y maravillosas veces cuando la mano de Dios lo había liberado. Pensó en el peligro que corría en ese momento y se refugió entre los filisteos impíos. Aquí demostró gran debilidad. No obstante, han existido pocos creyentes más fuertes que David…

Quiero que los nuevos cristianos comprendan lo que deben esperar encontrar en sí mismos. Quiero prevenirles para que no tropiecen ni se confundan cuando descubran sus propias debilidades.

Quiero que comprendan que pueden tener auténtica fe y gracia, a pesar de que el diablo les susurre lo contrario y aunque sientan dudas y temores. Quiero que noten que Pedro, Santiago, Juan y sus hermanos eran verdaderos discípulos y, no obstante, aunque eran muy espirituales, también se atemorizaban.

No les digo que usen la falta de fe de los discípulos para justificarse ni excusarse ellos mismos. Pero sí les digo que esa falta de fe de los discípulos muestra claramente, que mientras están en el cuerpo, no deben esperar que su fe esté por encima del temor.

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