Por: Thomas Watson
Debemos ser pacientes cuando Dios nos hace pasar alguna angustia: «Pacientes en la tribulación» (Ro. 12:12 RVA-2015).
(1) Dios a veces le impone duras aflicciones a su pueblo: «Tus saetas me han atravesado en lo profundo, y tus golpes me aplastaron» (Sal. 38:2 KJV) La palabra hebrea para «afligido» significa «ser derretido». Dios parece derretir a su pueblo en un horno.
(2) Dios a veces impone varias aflicciones sobre los santos: «Ha aumentado mis heridas» (Job 9:17). Así como tenemos varias formas de pecar, así el Señor tiene varias maneras de afligir. A algunos los priva de sus propiedades; a otros los
encadena a un lecho de enfermo; a otros los limita a una prisión. Dios tiene varias flechas en su aljaba para disparar.
(3) A veces Dios permite que la aflicción permanezca durante mucho tiempo: «Ni entre nosotros hay quien sepa hasta cuándo» (Sal. 74:9). Al igual que con las enfermedades, algunas son crónicas y persisten y afectan al cuerpo durante varios años, lo mismo ocurre con las aflicciones. El Señor se complace en ejercer aflicciones crónicas a muchos de sus seres preciosos, que sufren durante mucho tiempo.
Ahora, en todos estos casos, conviene a los santos descansar pacientemente en la voluntad de Dios. La palabra griega para «paciente» es una metáfora y alude a alguien que se mantiene invencible bajo una pesada carga. Esta es la noción correcta de paciencia, cuando soportamos la aflicción de manera invencible sin desmayarnos ni preocuparnos.
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