Por: Thomas Brooks
Bienaventurado el hombre a quien corriges, Señor, y lo instruyes en tu ley. Salmos 94:12
Todas las correcciones en el mundo, sin la enseñanza divina, nunca bendecirán a un hombre. El hombre que encuentra corrección seguida con instrucción y azotes con lecciones, es un hombre feliz. Si Dios, mediante la aflicción que está sobre ti, te enseña cómo aborrecer más el pecado, cómo hollar más el mundo y cómo caminar más con Dios, entonces tus aflicciones son benditas.
Si Dios te enseñara mediante las aflicciones cómo morir más al pecado, cómo morir más a tus relaciones y cómo
morir más a ti mismo, entonces tus aflicciones son benditas. Si Dios te enseñara mediante las aflicciones cómo vivir más para Cristo, cómo empujarte más a Cristo y cómo anhelar más a Cristo, entonces tus aflicciones son benditas.
Si Dios te enseña mediante las aflicciones cómo preocuparte más por el cielo, cómo vivir más en el cielo y cómo adecuarte más para el cielo, entonces tus aflicciones son benditas. Si Dios mediante las aflicciones le enseña a tu corazón orgulloso cómo humillarse más, a tu corazón duro cómo volverse más tierno, a tu corazón censurador cómo volverse más cordial, a tu corazón carnal cómo volverse más espiritual y a tu corazón rebelde cómo volverse más manso, entonces tus aflicciones son benditas.
Cuando Dios les enseña a sus pensamientos como a sus cerebros, a sus corazones como a sus cabezas, cualquiera de estas lecciones, entonces sus aflicciones son benditas. Donde Dios ama, Él aflige en amor. Y dondequiera que Dios aflige en amor, allí, tarde o temprano, le enseñará a Su pueblo las lecciones que les serán útiles para toda la
eternidad.
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