En la foto: Representación de Policarpo parado ante el procónsul romano y resistiéndose a negar a Cristo. Ilustración de ‘The Family Friend’ publicado por S.W. Partridge & Co. (Londres, 1875). Whitemay / Getty Images
La primera vez que leí acerca de Policarpo, quedé fascinado con la vida de este hombre. Muchos han dicho que este hombre, fue discípulo del apóstol Juan, pero gran cantidad de historiadores creen que Policarpo simplemente le conoció y le escuchó predicar a un anciano Juan.
Este día quiero resumir la vida e historia del martirio de Policarpo, tomado de las narraciones de Eusebio, en su Historia Ecclesiastica [1]. En realidad es una historia bastante interesante, y que nos puede ayudar a fortalecer el tema que hemos estado tratando en estos últimos días.
Policarpo (65-155 d.C) fue el obispo de la iglesia de Esmirna, y a pesar de no ser un teólogo o un filósofo, según los escritos de Ireneus, era “un hombre de mucho mayor peso, y mejor testigo de la verdad que Valentius y Marcion, y el resto de los herejes.”[2] Policarpo era un gran maestro, que vivió en la era del martirio de los apóstoles, y era uno de los encargados de mantener la doctrina ortodoxa dada por los discípulos de Jesús.
El único escrito que queda de Policarpo, es su Epístola a los Filipenses, en la cual buscaba alentar a esta iglesia a mantenerse fuerte en la fe. En ella escribe, “Manténgase fuertes, por lo tanto, en esta conducta y sigan el ejemplo del Señor, ‘firmes e inalterables en la fe, amantes de la hermandad, amando a cada uno, unidos en la verdad,’ ayudándose unos a otros con la delicadeza del Señor, sin despreciar a ningún hombre.”
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En esos años, los romanos acusaban a los cristianos de cosas increíbles, como por ejemplo canibalismo, con la única intención de poderlos llevar a juicio y luego asesinarlos por el simple hecho de ser cristianos. Cuando Policarpo supo que lo buscaban para matarle, tomó fuerzas y prefirió permanecer en la ciudad. En su casa, junto a unos pocos amigos se dedicó a orar por todos los hombres, y según escribe Eusebius, tuvo una visión, en la cual vio una almohada bajo su cabeza, que estaba en fuego. Según dice la historia, Policarpo se levantó y le dijo a sus amigos, “Debo ser quemado vivo.” [3]
Cuando supo que los romanos habían descubierto donde se encontraba, huyó a otra casa, pero los romanos tomaron a uno de sus sirvientes, quien después de haberlo torturado, les reveló donde estaba Policarpo. Luego fue comandado por los romanos, que una vez que lo encontraran fuera llevado al estadio. Los romanos, encuentran la casa en donde estaba el anciano Policarpo, quien para este momento tiene 86 años de edad. Oyendo que los hombres estaban fuera de su casa, Policarpo, bajó y habló con los hombres, que le dejaran orar por una hora. Los hombre, viendo al anciano, se lo permitieron, por lo que Policarpo ordenó que les dieran de beber y comer.
Luego, lo tomaron, lo montaron en un asno, y lo llevaron a la ciudad. Herodes, el jerarca y su padre, Nicetes, intentaron persuadirlo diciéndole, “Qué mal hay en decir, Señor Cesar, y sacrificar, además de las demás ceremonias observadas en tales ocasiones?” [4]. Según dice la historia, Policarpo calló al principio, y luego dijo, “Yo no voy a seguir su consejo.” Los hombres, viendo que no lo podían persuadir, lo maltrataron y cuando intentaban con violencia hacerlo entrar en el carruaje, le dislocaron la pierna a Policarpo.
Cuando fue llevado al estadio, el procónsul lo interrogó y le urgía a negar a Cristo, y jurar por la fortuna de Cesar. Policarpo, levantó sus manos al cielo y dijo, “Fuera con los Ateos.” El procónsul insistió que si negaba a Cristo, lo pondría en libertad. Pero Policarpo dice su frase celebre,
“Ochenta y seis años le he servido a Él, y Él nunca me ha hecho daño: como, entonces, yo podré blasfemar a mi Rey y Salvador?”Escuchame declarar con fuerza, yo soy un Cristiano. Y si tu deseas aprender que son las doctrinas del Cristianismo, asígname un día, y las escucharás. A ti he pensado correcto ofrecer testimonio de mi fe; pues somos enseñados que debemos honrar a los poderes y autoridades que han sido ordenadas por Dios.” [5]
El procónsul entonces, viendo la fe de Policarpo le amenazó con lanzarlo a las bestias. Policarpo le respondió, “Llámalas, pues no estamos acostumbrados a arrepentirnos de lo que es bueno para aceptar aquellos que es malo.” De nuevo, el procónsul le amenazó con lanzarlo al fuego. La increíble respuesta de este gran cristiano fue,
“Tu me amenazas con fuego que quema por una hora, y luego al poco tiempo se extingue, pero eres ignorante del fuego del juicio por venir, y del castigo eterno, reservado para los impíos. Pero porqué te retrasas? Trae lo que desees.”
La multitud que se encontraba en el estadio para presenciar el juicio, gritaba que soltaran a las bestias. Cuando supieron que no se podía, debido a que fueron usadas en un espectáculo anterior (quizás para matar mas cristianos), gritaron a una, “quémenlo vivo.” Los guardas se apresuraron a juntar leña y pusieron a Policarpo en medio de ella y le amarraron. Policarpo, según escribe Eusebius, hace la siguiente oración,
“Oh Dios Todo Poderoso,Padre de tu amado y bendito Hijo Jesucristo, por quien hemos recibido tu conocimiento, el Dios de ángeles y poderes, y de toda criatura, y de toda la raza de justos que viven ante Ti, yo te doy gracias de que me has contado apto para este día y esta hora, de que pueda tener parte en Tu número de mártires, en la copa de Tu Cristo, para resurrección a la vida eterna, tanto de alma y cuerpo, a través de la incorrupción impartida por el Espíritu Santo. Entre los cuales yo seré aceptado en este día ante Ti como un sacrificio gordo y aceptable, de acuerdo a Ti, el siempre verdadero Dios, que ha ordenado, revelado de antemano, y que ha cumplido. Por tanto también te alabo por todas las cosas, te bendigo, te glorifico, igual que a Jesucristo, Tu amado Hijo, con quien, Tu, y el Espíritu Santo, tienen gloria tanto ahora como en todas las eras. Amén.”
Cuando pronunció la última palabra, los guardas encendieron el fuego, pero fueron testigos de un milagro, cuando el fuego no le hizo daño a Policarpo, que crecía alrededor del anciano, pero no le tocaba. Cuando los hombres se dieron cuenta que el fuego no le hacía daño, ordenaron a uno de los guardas a que fuera con una lanza y le traspasara, con lo que asesinaron a Policarpo. Luego quemaron su cuerpo.
Qué nos enseña esta historia? Creo que lo principal es la sumisión de Policarpo a la voluntad de Dios, esencial en nuestras vidas. Jesús, nos lo enseña en todos los evangelios. No debemos buscar realizar nuestra voluntad, sino someternos a la voluntad de Dios.
Tomado de Sujetos a la Roca.
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[1] ANF01. The Apostolic Fathers. The Encyclical Epistle of the Church at Smyrna Concerning the Martyrdom of the Holy Polycarp.
[2] Ireneus. Against Heresies. iii.3.4.
[3] ANF01. The Apostolic Fathers. Página 106.
[4] Ibid. Página 107.
[5] Ibid. Página 108.
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