Por: John Newton.
Antes que fuera afligido, yo me descarrié, mas ahora guardo tu palabra. Bueno es para mí ser afligido, para que aprenda tus estatutos. Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste. Salmos 119:67, 71, 75
Las pruebas son medicinales. Fueron diseñadas por Dios para corregir, refrenar o curar las enfermedades de nuestras almas. Aunque Él extienda Su mano y parezca amenazar nuestros consuelos más queridos, cuando recordamos que es Su mano, cuando consideramos que es Su designio, Su amor, Su sabiduría y Su poder, no podemos negarnos a confiar en Él.
Cada aflicción en la vida del creyente está diseñada por Dios e implementada soberanamente por él. El sufrimiento de Cristo fue punitivo; el sufrimiento del cristiano es restaurativo. La copa que bebió Cristo estaba llena de la ira Divina; la
copa de sufrimiento que Dios llama a beber a Sus hijos, es solo medicinal para promover su principal bien.
Al igual que las cargas pesadas de un reloj de pie, las aflicciones son necesarias para que la vida cristiana opere correctamente. Dios no permitirá nada para afligirnos, sino cuando Él intenta emplear medios para nuestro mayor beneficio.
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