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Por JOHN PIPER

14 DE FEBRERO, 2007

Cuando leo acerca de las iglesias que predican prosperidad, mi reacción es: “Si no estuviera ya en el cristianismo, no me interesaría”. En otras palabras, si este es el mensaje de Jesús, no gracias.

Seducir a la gente hacia Cristo con el fin de enriquecerse es engañoso y fatal. Es engañoso porque cuando Jesús nos llamó, dijo cosas como las siguientes: Cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. (Lucas 14:33).

Y es mortal porque el deseo de riqueza hunde a “los hombres en destrucción y perdición” (1 Timoteo 6:9). De modo que este es mi ruego a los predicadores y a los ministros del evangelio, tanto en mi país como en el extranjero.

1. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE LE HAGA MÁS DIFÍCIL A LA GENTE ENTRAR AL CIELO

Jesús dijo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!” Sus discípulos se sintieron perplejos, como deberían sentirse muchos de los que militan en el movimiento de la “prosperidad”. “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. Le respondieron llenos de incredulidad: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” Jesús responde: “Para los hombres es imposible, más para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios”. (Marcos 10:23–27).

La pregunta que quiero hacer a los predicadores de la prosperidad es la siguiente: ¿Por qué quieren darle al ministerio un enfoque que les hace más difícil entrar el cielo?

2. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE ANIME EN LA GENTE DESEOS SUICIDAS

Pablo dijo: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. Y luego advirtió contra el anhelo de ser ricos. Y por implicancia, advirtió en contra de los predicadores que movilizan el deseo de ser rico en lugar de ayudar a la gente a liberarse de las riquezas. Advirtió: “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:6–10).

Mi pregunta para los predicadores de la prosperidad es la siguiente: ¿Por qué desarrollar un ministerio que alienta a la gente a quedar traspasada por muchos dolores y a hundirse en la ruina y en la destrucción?

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3. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE ALIENTE LA VULNERABILIDAD AL MOHO Y AL HERRUMBRE

Jesús nos advierte en contra del esfuerzo de acumular tesoros en la tierra. Es decir, nos dice que debemos ser dadores, no guardadores.

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. (Mateo 6:19–20).

Es verdad, todos guardamos algo. Pero si la tendencia inherente en todos nosotros es a la avaricia, ¿por qué quitar nuestros ojos de Jesús y poner patas arriba su enseñanza?

4. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE CONVIERTA AL TRABAJO ESFORZADO EN UN MEDIO PARA AMASAR RIQUEZAS

Pablo dijo que no debemos robar. La alternativa es el trabajo esforzado con nuestras manos. Pero el principal propósito no es atesorar, ni siquiera tener. El propósito es “tener para dar”.

Trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad (Efesios 4:28).

Esta no es una justificación para ser ricos a fin de poder dar más. Es un llamado a ganar más y guardar menos, de manera que podamos dar más. No hay razón por la que una persona que logra ganar mucho deba vivir en forma diferente de aquella que gana sólo lo suficiente para vivir. Busca un estilo de vida como el del tiempo de guerra; ponle límite a tus gastos; y luego da todo lo que te quede.

¿Por qué querrías alentar a la gente a pensar que debieran tener una fortuna a fin de poder ser dadores generosos? ¿Por qué no alentarlas a mantener una vida más simple y a ser aún más generosos en lo que dan? ¿No le sumaría eso a la generosidad un firme testimonio de que Cristo es su tesoro, y no las posesiones?

5. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE PROMUEVA MENOS FE EN LAS PROMESAS DE DIOS DE QUE ÉL SERÁ PARA NOSOTROS LO QUE EL DINERO JAMÁS PODRÍA SER

La razón por la que el escritor de Hebreos nos dice que estemos satisfechos con lo que tenemos es que lo opuesto implica tener menos fe en las promesas de Dios. Dice así:

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre (Hebreos 13:5–6).

Si la Biblia nos dice que estar satisfechos con lo que tenemos honra la promesa de Dios de que nunca nos abandonará, ¿por qué querríamos enseñarle a la gente a anhelar las riquezas?

6. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE CONTRIBUYA A QUE GENTE SE AHOGUE HASTA MORIR

Jesús nos advierte que la Palabra de Dios, cuyo propósito es dar vida, puede quedar ahogada por las riquezas y no dar el fruto que podría dar. Dice que es como la semilla que crece entre espinas:

Estos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto (Lucas 8:14).

¿Por qué habríamos de alentar a la gente a ir tras aquello que Jesús precisamente advirtió que nos ahogaría hasta morir?

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7. NO DESARROLLES UNA FILOSOFÍA DE MINISTERIO QUE QUITE A LA SAL SU SABOR Y QUE PONGA LA LUZ BAJO UNA CANASTA

¿Cómo pueden los cristianos ser la sal de la tierra y la luz del mundo? No es por la riqueza. El deseo de la riqueza y el ir tras ella tienen el sabor y la apariencia del mundo. No le ofrece al mundo nada diferente de aquello en lo cual ya confía. La gran tragedia de la prédica de la prosperidad es que la persona no necesita tener un despertar espiritual para aceptarla; lo único que necesita es el afán de la avaricia. Volverse rico en el nombre de Jesús no es la sal de la tierra ni la luz del mundo. En ese caso, el mundo simplemente ve un reflejo de sí mismo. Y si funciona, compran.

El contexto de las palabras de Jesús nos muestra en qué consiste ser sal y luz. Son la disposición gozosa de sufrir por Cristo. Esto es lo que dijo Jesús:

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra… Vosotros sois la luz del mundo (Mateo 5:11–14).

Lo que permite que el mundo saboree (la sal) y vea (la luz) de Cristo en nosotros no es que amemos las riquezas tal como lo hacen ellos. Más bien, será la disposición y la capacidad de los cristianos de amar a otros por medio del sufrimiento, y a la vez sentirse regocijados porque su recompensa está con Jesús en los cielos. Esto es algo sobrenatural. En cambio, atraer a la gente con la promesa de prosperidad es algo simplemente natural. No es el mensaje de Jesús. No es la meta por la cual murió.

Fuente: “Una Ambición Santa: Predicar a Cristo donde no ha sido nombrado” © 2012 Desiring God Foundation. www.desiringGod.org

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