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Por: Paul Washer

El cuarto cargo: Una ignorancia del evangelio de Jesucristo

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:8-9).

Someto  a  consideración  de  ustedes  el  hecho  de  que  este  país  no  es  que  esté endurecido  contra  el evangelio, sino que es ignorante en lo que al evangelio se refiere, porque la mayoría de los predicadores lo son. Lo repito. El cáncer en este país no son los políticos  liberales,  ni  la raíz  del socialismo,  ni  Hollywood, ni  nada  por  el estilo.  En cambio lo es el supuesto  pastor, predicador o evangelista evangélico de nuestra  época; allí es donde  se encuentra  el cáncer.  No conocemos  el evangelio.  Hemos  tomado  el glorioso evangelio de nuestro  Dios y lo hemos reducido a cuatro  leyes espirituales  y a cinco cosas que Dios quiere que la persona sepa, con una pequeña oración supersticiosa al final. Y si alguien la repite después de nosotros con suficiente sinceridad, ¡declaramos con un  tono  beato que ha nacido de nuevo! Hemos cambiado la regeneración  por el “decisionismo16.

En primer lugar, me ha sorprendido que después de hablar de esto, cuando creyentes consagrados  con 30 y 40 años de vivir su fe se me acercan  con lágrimas  en los ojos, diciendo: “Hermano Paul, en toda  mi vida nunca había oído esto”. Y esto a pesar de que es la doctrina histórica de la redención 17  y propiciación 18.

Definamos el problema  con  claridad. El evangelio comienza  con  la naturaleza  de Dios, de allí pasa a la naturaleza del hombre y su condición caída. Y en seguida aparecen estas dos grandes columnas que debieran ser conocidas por cada creyente como el gran dilema. ¿Y cuál es ese dilema? El más grande de toda la Biblia es este: Si Dios es justo, no te puede perdonar tu pecado. ¿Cómo puede Dios ser justo y a la vez el justificador de los impíos, cuando a lo largo de la Biblia dice “El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente  abominación  a Jehová” (Prov. 17:15). ¡No obstante,  todos nuestros cantos cristianos se jactan de cómo Dios justifica al impío!

Este es el problema más grande. Este es el acrópolis 19  de la fe cristiana, así lo dijeron Martyn  Lloyd-Jones, Charles Spurgeon y todos los demás que han leído el capítulo tres de Romanos. ¿Nos damos cuenta? Esto es lo que hay que comunicarles  a las gentes. El gran problema es que Dios es realmente justo y todos los hombres son realmente impíos. Dios, para ser justo, tiene que condenar al impío. Y luego, de acuerdo con el plan eterno de Dios, fue a aquella  cruz  del Calvario. En  esa cruz  cargó  con  nuestro  pecado; y, tomando  el lugar que por ley le correspondía  a su pueblo, cargando nuestra  culpa, se hizo  maldición.  “Porque  todos  los  que  dependen  de  las  obras  de  la  ley están  bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere  en todas las cosas escritas  en  el  libro  de  la  ley, para  hacerlas”  (Gál. 3:10).  Cristo  nos  redimió  de  la maldición, haciéndose maldición en nuestro lugar (Gál. 3:13).

BIBLIA DE ESTUDIO SPURGEON – CLICK EN LA IMAGEN PARA DETALLES

Muchos tienen una opinión romántica  e infructuosa  del evangelio: que el Cristo allí está, colgado en la cruz,  sufriendo  bajo las torturas  del Imperio  Romano, y como el Padre no tenía la fuerza moral para soportar el sufrimiento de su Hijo, le dio la espalda.

¡¡NO!! ¡Le dio la espalda porque su Hijo se hizo pecado!

Entonces, cuando está en el huerto  y clama: “Pase de mí esta copa” (Mat. 26:39), la gente especula: “¿Y qué habrá sido esa copa? Ah, es la cruz romana. Es el látigo, son los clavos. Es  todo  ese sufrimiento”.  No quiero  restarle  importancia  a los  sufrimientos físicos de Cristo en la cruz, pero la copa era la copa de Dios —la ira del Padre que tenía que ser descargada en el Hijo. Alguien tenía que morir, cargando con la culpa del pueblo de Dios, abandonado por Dios debido a su justicia, y quebrantado  bajo la ira de Dios— porque le plugo al Señor “quebrantarlo” (Isa. 53:10).

Estando en un seminario alemán en Europa hace un tiempo, vi un libro titulado The Cross of Christ (La cruz de Cristo, pero no el del escritor John Stott). Lo tomé, comencé a leer y esto es lo que decía: “El Padre miró desde el cielo el sufrimiento causado a su Hijo por manos de hombres, y lo contó como paga por nuestro  pecado”. ¡Eso es herejíaEse sufrimiento físico, ese ser clavado en la cruz, era parte de la ira de Dios. Tenía que haber  sacrificio  de  sangre;  no  le  quito  importancia  a  esto.  Pero,  mi  amigo,  si  nos detenemos allí, no tenemos el evangelio.

Cuando el evangelio se predica hoy y es compartido personalmente,  ¿se habla alguna vez de la justicia y la ira de Dios? Casi nunca. Rara vez se explica claramente  que Cristo pudo redimir porque fue quebrantado  bajo la justicia de Dios, y habiendo satisfecho con su muerte la justicia divina, Dios es ahora justo el justificador del impío.

¡Nos limitamos  a un  reduccionismo  del evangelio! Y nos preguntamos  por qué no tiene poder. ¿Qué pasó? Les diré: Cuando se deja a un lado el evangelio y el supuesto mensaje evangélico ya no tiene nada de poder, entonces hay que recurrir  a las artimañas baratas que se usan con tanta frecuencia en la actualidad para convertir a las almas… ¡y todos conocemos la mayoría de ellas! ¡Pero ninguna da resultado!

Hace  años,  cuando  terminé  mis  estudios  en  el  seminario  tenía  que  tomar  una decisión en cuanto  a seguir  estudiando  para recibir  mi doctorado  en filosofía [Ph.D.]. Dios, con el fin de salvar mi vida espiritual,  me mandó  al centro  mismo  de las selvas peruanas,  lo más lejos posible del mundo  académico. Y  allí empecé a entender  algo. Como dijo Spurgeon:  “Hombres mejores  que yo con mentes  mejores  que la mía han encarado esta doctrina de la Segunda Venida, pero inútilmente. Es una doctrina grande y poderosa… Me concentraré  en esto: procurar entender algo de Cristo y él crucificado”.

Me disgusta mucho cuando los hombres tratan  al glorioso evangelio de Cristo como si fuera  el primer  paso hacia  el cristianismo

Paul Washer

Me disgusta mucho cuando los hombres tratan  al glorioso evangelio de Cristo como si fuera  el primer  paso hacia  el cristianismo,  algo que  lleva apenas  diez minutos  de consejería, después de lo cual uno pasa a temas mayores. Eso muestra  lo patéticos que somos en cuanto a nuestro conocimiento de las cosas de Dios.

Mis amigos, en el día de la Segunda  Venida comprenderemos  absolutamente  todo acerca de la Segunda Venida, pero en la eternidad de eternidades en el cielo, ni siquiera comenzaremos  a comprender  la gloria de Dios en el Calvario. De esto se trata  todo. Jóvenes  predicadores,  préstenme   atención.   Busquen  la  verdad  en  la  cruz,  lo  que significa. No necesitarán  nada para prender fuegos extraños en su incensario (Lev. 10:1- 3), si pueden captar aunque sea un vislumbre de lo que hizo él en aquella cruz.

Me encanta  contar  lo siguiente.  Lo he hecho  un millón de veces. Abraham lleva a Isaac a aquella  montaña,  su  hijo,  su  único  hijo  a quien  amaba.  ¿Les parece  que  el Espíritu Santo está tratando  de contarnos  algo del futuro? Y ese hijo no se resistió, sino que se acostó. Y cuando su padre entregó su voluntad a la voluntad de Dios, blandió su cuchillo para matarlo. Pero su mano fue detenida, y el Señor proveyó un carnero para el sacrificio. Muchos cristianos  piensan: “Oh, qué final feliz el de esa historia”.  No es el final: es solo el intervalo. Miles de años después, Dios el Padre puso su mano sobre su Hijo, su único Hijo a quien amaba, y tomó el cuchillo de la mano de Abraham y sacrificó a su Hijo unigénito bajo toda la fuerza de su ira.

¿Saben por qué el pequeño  evangelio que predican  no tiene  poder? ¡Porque no es ningún  evangelio! Aprópiense del evangelio, pasen su vida de rodillas. Retírense de los hombres, ¡estudien la Cruz!

El cuarto  cargo incluye de hecho una ignorancia  de la doctrina de la regeneración. Sé que hay aquí presentes tanto calvinistas 20  como arminianos 21,  sé que entremedio  hay todo  tipo  de ideologías. Supongo  que  me  llamo  a mí  mismo  “spurgeonista  de cinco puntos”. Pero quiero que sepan esto: La cuestión no es el calvinismo. No, les diré cuál es la cuestión: ¡es la regeneración! Y  es por eso que puedo tener  comunión  con Wesley, Ravenhill,  Tozar  y el  resto,  porque  a  pesar  de  su  postura  en  otras  cuestiones,  lo importante  es que creían  que la salvación no podía ser manipulada  por el predicador, sino que era la obra magnífica del poder del Dios todopoderoso. Y con ellos, por lo tanto, me identifico.

Hay una manifestación más grande del poder de Dios en la obra de regeneración  del Espíritu  Santo que en la creación del mundo,  porque creó el mundo  de la nada. Pero vuelve a crear  al hombre  de una  masa  de corrupción.  Es un  paralelo  con  la propia resurrección  de nuestro Salvador.

Entiendo  que en la predicación  hay maestros,  predicadores  y expositores; y todos ellos son muy necesarios  para la salud de la iglesia. Pero tenemos  que entender  esto. Cuentan   que  cuando   G.  Campbell  Morgan,  ya  anciano,   (1863-1945)  subía  a  esa majestuosa  torre  para predicar, se decía una y otra vez: “Como cordero fue llevado al matadero;  y como oveja delante de sus trasquiladores”  (Isa. 53:7). Sabía que aparte de una  manifestación magnífica de la obra regeneradora  del Espíritu  Santo,  todo lo que decía estaba muerto. Es el Espíritu quien da vida (Juan 6:63).

En ese sentido, cada uno de nosotros  que proclama la verdad de la Palabra de Dios tiene que hacerlo como un profeta. ¿Qué quiero decir con eso? Somos siempre Ezequiel de pie en aquel valle de huesos  secos ¡y muy secos! (Eze. 37:1-2) Estamos allí y ¿qué hacemos? Profetizamos, decimos: “Oíd la palabra del Señor”. Y sabemos que el viento del Señor  tiene  que soplar sobre estos muertos,  de otra  manera  no vivirán. Y  cuando  lo hayamos comprendido plenamente  en la parte más recóndita  de nuestro  ser, ya no nos prestaremos  a la manipulación  que se lleva a cabo tan  a menudo  en el nombre  de la evangelización. En cambio, proclamaremos  la Palabra de Dios: la doctrina de la regeneración.

Consideremos  a los Wesley, consideremos  lo que tuvieron  que enfrentar. Y consideremos  también  a mi querido Whitefield. Todo el mundo  en aquella época creía ser cristiano,  cristiano de verdad. ¿Por qué? Porque habían sido bautizados de infantes, incluidos así en el “pacto” y confirmados. ¡Pero vivían como demonios! Habían cambiado la regeneración  por un  tipo de “credalismo”22   al que los líderes religiosos de aquella época habían otorgado autoridad.

¡Y entonces  llegan los Wesley! “No”, dijeron, “el alma de ustedes no está bien”. No han  nacido de nuevo.  No hay ninguna  evidencia de una  vida espiritual.  Examínense. Pónganse a prueba para ver si están en la fe (2 Cor. 13:5). Estén seguros de su llamado y elección (2 Ped. 1:10). “Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7).

En  muchos  lugares,  por  el  evangelismo  moderno  de las  últimas  décadas,  se  ha perdido  totalmente   la  idea de  “nacer  de nuevo”. Ahora solo  significa  que  en  algún momento,  en una  campaña  de evangelización, uno  tomó  una  decisión y creyó que lo hacía sinceramente.  Pero no hay ninguna  evidencia en su vida de una obra sobrenatural de volver a nacer realizada por el Espíritu Santo. “Si alguno”, no si ciertas personas, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Cor. 5:17).


Notas:

16 decisionismo – la creencia de que “tomar una decisión”, por lo general practicado pasando al frente al final del culto como una manera de demostrar  que uno cree y/o orar la oración del pecador, es equivalente  a arrepentirse de los pecados y confiar en Cristo únicamente para obtener el perdón de los pecados.

17 redención – La liberación  de los escogidos de Dios de un estado de pecado a un estado de salvación

por los méritos del rescate que Cristo pagó por nosotros.

18 propiciación – hacer las paces; una ofrenda por el pecado que apacigua la ira.

19 acrópolis – significa “ciudad más alta” en griego y era la parte fortificada de las ciudades griegas en la antigüedad,  por lo general construidas en una colina, por ende, punto más alto.

20 calvinistas  – los  que creen, como, Juan Calvino (1509-1664), el reformador  suizo nacido en Francia, que la Biblia enseña la autoridad  suprema de las Escrituras,  la soberanía de Dios, la predestinación y las doctrinas  de gracia; estas doctrinas  fueron la respuesta al Sínodo de Dort (1618-19), a la protesta arminiana, y conocidas comúnmente por al acrónimo TULIP.

21 arminianos – seguidores de Jacobo Arminio (1560-1609), teólogo holandés nacido en Ouderwater,

Holanda,  quien rechazó lo que los reformadores  creían acerca de la predestinación, y enseñaban  que la predestinación del ser humano  por parte de Dios se basaba en su conocimiento previo de que aceptarían  o rechazarían  a Cristo por su propia voluntad.

22 credalismo – Seguir externamente un credo formal o declaración de fe sin tener un corazón nuevo, sin fe salvadora y sin un amor auténtico  a Dios.

© Copyright 2015 Chapel  Library.  Impreso  en los EE.UU.  Se otorga permiso  expreso  para reproducir este material por cualquier medio, siempre  que 1) no se cobre más que un monto nominal por el costo de la duplicación, 2) se incluya esta nota de copyright  y todo el texto que aparece en esta página.

A menos que se indique de otra manera, las citas bíblicas  fueron tomadas  de la Santa Biblia, Reina-Valera  1960.

Con esta entrega llegamos al cuarto cargo contra la iglesia moderna (de un total de 10),  un sermón predicado el 22 de octubre de 2008 en la Conferencia sobre Avivamiento en Atlanta, Georgia, EE.UU. por el pastor Paul Washer, ya puedes  leer:  10 cargos en contra de la iglesia moderna – Paul Washer (1ra acusación) 10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (2da acusación)10 cargos contra la iglesia moderna – Paul Washer (3ra acusación)

Puedes ver el sermón completo en Youtube haciendo click aquí.

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